La vida futbolística del compatriota Pablo Palacios Alvarenga tuvo de todo, desde engaños de empresarios a la revancha propia del deporte.

• Por Arturo Rojas C.

Cosas y casos del fútbol. El delantero paraguayo Pablo Palacios Alvarenga (32), hoy en Mitre de Santiago del Estero de la segunda división de Argentina, pasó de todo para consolidarse en el fútbol.

Incluso, tuvo que lidiar con el engaño de los detestables que en vez de jugar limpio, se dedican a embarrar la cancha con falsas ilusiones.

“Yo estaba en San Lorenzo en la Intermedia con el profe Ovelar, hasta que un empresario me dice que me quiere llevar a Bolivia, que me van a hacer un buen contrato y que era Primera División, obviamente le creí, avy’a porque se me iba a dar lo que siempre quise que es jugar en el exterior, pero…” después la película fue distinta.

Lo que iba a ser una aventura inolvidable en el país vecino, se volvió una pesadilla. “Llegamos allá y no había nada, por suerte si que teníamos el pasaje ida y vuelta, el empresario que me prometió todo daba vuelta y vuelta la cosa, al final me jodieron y tuve que empezar de cero”, recordó Pablo.

Pero eso sí, la vuelta no fue fácil. “Yo no quería más jugar, estaba frustrado porque batallé mucho luego para surgir y que me hayan jodido así me hizo pensar muchas cosas”, comentó a Crónica.

Hasta que… salió el sol. “Me ofrecieron para ir a Sol de América de Formosa, che ahánte, pero tuve la suerte que me vieron jugar ahí y me llevaron a San Juan donde empecé a resurgir de vuelta en el ascenso, pero para fortuna mía, puedo decir que tuve mi revancha después de casi dejar todo”, finalizó nuestro entrevistado.

De la parroquia, directo a la cancha como buen futbolero

Pablo Palacios Alvarenga, oriundo de Coronel Oviedo, siempre estuvo detrás de la pelota. Contó en esta entrevista algunas particularidades de sus inicios. “Mamá (Matilde Alvarenga) quería que termine como sea mi Confirmación, yo me iba a la iglesia los domingos, pero a veces me escapaba para ir a ver partidos que había por ahí, y así fue que me fui haciendo fanático del fútbol, upéi ahugáma katu canchítare, pe oríllare mientras se jugaba en la cancha principal”, recordó el goleador, que surgió del Deportivo Galicia de su ciudad, y en un año ya fue llevado a Tacuary.

Mucho trabajo desde chico

El trabajo duro siempre fue parte de la vida de Pablo Palacios. Comentó que desde chico sus padres (Saberio Palacios y Matilde Alvarenga) inculcaron a la familia ese sentimiento. “En las vacaciones yo me despertaba temprano con mis otros hermanos (son 9) ha rohóma kokuépe hína, papá desde chico luego nos enseñó todo eso, nunca tuve problemas para trabajar de lo que sea. Además de la chacra, también vendía cosas por el pueblo, trabajamos con mi hermano en un carbonería, de todo hice legalmente, eso te ayuda bastante para valorar las cosas después”, reconoció “Palote”, como lo apodaron en Argentina.