Doña Monserrat contó que son pocas las personas que hacen los altares, por lo que les buscan de todas partes.

Sigue la lucha contra el maldito virus y la tristeza embarga a gran parte del país en medio de un profundo duelo que no cesa.

Centenares de personas siguen perdiendo a diario la batalla en esta pandemia del demonio y sufriendo además crisis, no solo económicas y financieras, sino también en el alma.

Eso lo sabe más que nadie doña Monserrat Resquín, la mujer a la que muchos recurren en el Bañado cuando una persona llegó al final del camino en esta vida.

“Vienen siempre junto a mí, no solo la gente de mi barrio sino de todas partes para que pueda armarles su altar. Yo hago los altares y ahora ya no puedo con todo. Hay mucha muerte y todos quieren para sus difuntos, así se les abre el camino al cielo”, dijo la mujer en comunicación con el diario Crónica.

La “casa celestial” blanca con hojas verdes más los 9 escalones decorados con flores blancas hacen el mejor de los caminos que va directo al más allá, según comentó la mujer.

“Arriba mismo está Jesús crucificado, José y la Virgen de los Dolores. Con la novena y el altar los parientes muertos descansan tranquilamente”, recordó.

Explicó que ante el aumento de muertes, en su mayoría por casos de covid, los elementos del altar son alquilados para que todos puedan asistir con toda la tradición del duelo paraguayo.

“Es la única forma de que todo puedan rendir esa despedida, alquilamos todo colocado el altar”, aseguró.

Cobra por los arreglos porque viven de eso, aseguró la doña

Ña Monse, como la conocen en el barrio, contó que pese a que muchos consideran que por este trabajo no se debe cobrar, ella aseguró que como ella muchas personas se dedican exclusivamente a eso y no pueden hacer el altar gratis.

“No es que seamos mala gente, nos dedicamos a esto y sobrevivimos con esto. Es un trabajo muy sensible porque siempre tratamos de llenar el vacío que dejan las personas con nuestros altares”, relató.

La doña contó que no tuvieron de otra que bajar los precios de los arreglos debido a que generalmente las personas que pierden a sus familiares en este tiempo están sin plata por el alto costo del tratamiento en los hospitales.

Pocos arman ahora altares y la gente busca a full ndajeko

La situación está más que difícil para las personas que están pasando por un duelo y quieren armarle el altar a sus familiares, ya que les cuesta conseguir una persona que arme los escalones.

Doña Monse explicó que esta tradición está a punto de terminar más el ñembo’e paha, ya que el rollo prefiere hacer el famoso “trío de misas” para terminar con la despedida.

“Somos pocos ya ahora los que hacemos altares. Los que sabemos hacer somos pocos. Algunos dicen que saben, pero hacen cualquier cosa. El cielo tiene que tener sus cintas negras y lilas que marcan el dolor. Ahora casi ya no le ponen eso”, detalló. Explicó que hace los altares más tradicionales del país, ya que todo lo aprendió de su difunto abuela.