De familia pelotera, la jugadoraza paraguaya cuenta a Crónica su fascinante historia para hacerse profesional, ser referente indiscutida, y llevar una trayectoria impresionante en el fútbol femenino.

Cumplir el sueño de ser jugadora profesional femenino en una época en la que el fútbol era algo casi exclusivo de los varones, nunca resultó una tarea fácil. Pero Laura Romero (31) siempre tuvo la convicción de poder lograrlo. De familia pelotera, fue literalmente imposible que por sus venas no corriera la posibilidad de corretear una pelota. Hija del recordado exjugador de Luqueño y Olimpia, Cripiano Romero y sobrina del gran Julio César Romero “Romerito”, Laura fue una verdadera capa a la hora de luchar por sus objetivos.

“Siempre me iba detrás de ellos, a los entrenamientos e incluso a los partidos. Ya cuando tenía 5-6 años, los jugadores me enseñaban a hacer picaditas, siempre con buena onda. Cuando ya me iba al Balderrama a practicar en medio de 40 nenes, siempre hubo un respeto de mis compañeros, los profes”, contó de entrada.

Recordó que por la época “muchas se quedaron por el camino, buenísimas jugadoras, porque había cero apoyo. Es lo que puedo decir con orgullo, fuimos pocas las que seguimos y construimos ese camino, porque hoy en día ya las cosas cambiaron y hay jugadoras en todas las categorías, desde chiquitas”, remarcó.

De esa época a hoy, el camino que tuvo que transitar Laura fue admirable. “Hubo un punto de inflexión cuando ya cumplí 19 años y había terminado mis estudios. Fue en ese momento en el que decidí hacer mi camino y me propuse hacerse profesional, pese a la oposición hasta de mi familia”, subrayó.

SUS CLUBES

Olimpia, Luqueño, Cerro Porteño y Sol de América en nuestro país. River Plate y San Lorenzo (Argentina), Avaí Kindermann (Brasil) y selecciones paraguayas.

Olimpia, el “millonario” y un plus: el golazo de chilena

Laura decidió ir a prueba a Olimpia donde quedó y en su primer partido convirtió tres goles. “Aquello fue un boom. Nunca lo voy a olvidar, fueron tres años maravillosos. Pero como no tenía contrato profesional vine a jugar por mi club. En los dos clubes llegué a instancias finales”. Fue después que decidió ir a probar a River Plate. “Probé en muchísimos clubes y finalmente quedamos dos, de entre 400 que hicimos la prueba. Fue la primera vez que tuve contrato profesional y desde el primer partido hasta el último, en dos años y medio jugué todos los partidos de titular. Fue en el millo que logró aquel gol que recorrió el mundo. “Fue ante Unión Española, por Copa Libertadores, donde convertí lo que después fue el mejor gol de mundo”, recordó.

Contrato profesional y fútbol de gran nivel en tierras brasileñas

Laura tuvo su paso por el fútbol rapai, donde el manejo fue totalmente distinto, pero para bien.
“Me buscaron varios equipos de Brasil y opté por lo que era la mejor oferta. Fiché por el Avaí Kindermann, uno de los mejores equipos de la primera de Brasil… Fue un salto de excelencia. Ahí me daban todo, pensión para vivir, con baños individuales, la heladera llena, con nutricionista, te pagaban la Universidad, nos trasladábamos en auto a las prácticas, íbamos en aviones a los partidos, era otro nivel realmente”. En el club rapai estuvo un año.

Sol, el club pionero en los contratos

Laura puso de resalto la gran apertura que tuvo Sol de América, al ser el primer equipo en hacer contratos profesionales en el fútbol femenino. “Antes no había contratos profesionales en los clubes y Sol de América tuvo esa apertura y es algo que sorprende. Cuando yo firmé contrato con San Lorenzo de Almagro y no había fútbol por la pandemia, pedí volver y es algo genial, porque hago lo que me gusta y tengo contrato profesional, algo impensado tiempo atrás”, remarcó.

Por último, habló de su referente en el fútbol femenino. “Marta Viera Da Silva, por la edad que tiene y porque en su momento también luchó mucho”, concluyó.