“Gracias a Dios estamos respirando otra vez económicamente porque estaba muy fea la situación, ojalá que mejore, pero con este movimiento ya salvamos, y esperamos que se abra el puente”, sostiene don Fidel.
“Me inicié en la sección carnicería, me fue bastante bien. Agarré 4 locales que estaban libres un poquito antes de la pandemia, se vino la crisis y empezamos de cero”, contó don Fidel Gaete (49), propietario del “Buen Comer”, en el Mercadito Municipal, de la “Perla del Sur”.
Al igual que mucha gente tuvo que cerrar varios meses ante el mortal covid 19, ahora volvieron a trabajar, los albañiles, pintores, los eventos retornaron. Antes “el fuerte” eran los argentinos que te hacían el día, ahora hay mucha expectativa con el turismo interno. “Gracias a Dios estamos respirando otra vez económicamente porque la situación estaba muy fea, Ojalá que mejore, pero con este movimiento ya salvamos, esperamos que se abra el puente”, sostuvo.
Como todos, el tema fue aguantar, era un calvario para el sistema económico, pagar personales y no había nada, se recurrió a los ahorros y otros recursos. “Ahora estamos bien de nuevo”, hizo memoria, mientras daba un vistazo al asado a la olla cuyo aroma apuraba los clientes. Era el mediodía, la gente copaba la privilegiada “Placita”, ubicada en el corazón de Encarnación.
La historia de Fidel, de Pirapey, distrito de Edelira, dio un giro trascendental en los últimos años, es licenciado en Ciencias de la Educación, estuvo 13 años a cargo de la escuela 1.209 “Lapachal” de Obligado y hoy día toda su energía dedica al negocio familiar que abre de lunes a lunes, a metros de la bellísima playa San José.
Intentó, pero no pudo contener las lágrimas al recordar a sus exalumnos, por el pasado que dejó.
“Me emociona recordar cuando vinieron a verme, Hace 11 años que dejé las aulas, me estaba funcionando bastante bien la carnicería, y cuando el mercado estaba en su plenitud decidí dar un giro a mi vida, se necesitaba una carnicería moderna y vine a instalarme”, señaló.
Sus ojos se iluminaron con la imagen de la linda época, ahora la escuelita se cerró porque no hay alumnos, los sojeros agarraron las tierras y la gente empezó a mudarse más al centro.
“Dejé el colegio porque el negocio era mejor para mi economía, anteriormente no era mucho el sueldo, lo que en 15 días ganaba aquí, era lo que en un año tenía como educador”, agregó.
“El clásico yorador es el reviro con huevo”, he’i
Desde G. 13 mil el plato y medio G. 8 mil, para gente que trabaja en la oficina y comen un chipa guasu, vorivori, napolitana al paso.
Diora Alcaraz (56) hace 15 años que trabaja en el mercadito, a las 4:00 am llega para preparar las tortillas, empanadas, el puretón y todo. “Gente que viene del casino, de la fiesta y llega para pedir picadito con carne, marinera con huevo es el clásico, sino reviro con huevo y caldo de pescado, es el yorador de todos los fines de semana”, apuntó la machú.
La gente llega en grupo, apurados y con hambre. El precio en los puestos va desde G. 10 mil en adelante, pero hay opciones de G. 7, 8 mil, y el reviro desde G. 2 mil. El caldito de pescado se hace con el bagre desde G. 15 mil, por ahora es lo que permite la bajante de agua, escasea el surubí. “Estamos hasta las 16 horas después si hay movimiento nos quedamos. Mi negocio es mi vida, cambié de rubro, era peluquera y me mudé a comida”, comentó.
Comentarios