LAMBARÉ. “Me cansé. Ya no aguanté y ahora cuento mi sufrimiento”. Con esas palabras se presentó a la Comisaría 4.ª doña Ana Martínez, de 94 años de edad, para contar su dolorosa historia. La abuelita escapó de su casa porque ya no soportó el maltrato que recibía, según denunció, por parte de su hija Sandra Ulke, de 60 años, y de la empleada de la vivienda.

Doña Anita planeó una estrategia para lograr salir de su casa. “Le dije a mi sobrina que me lleve a un determinado lugar donde quería ir a arreglar mi celular. Ella al principio no quería, pero la convencí. Le dije que quedaba frente a la Comisaría 4.ª”, comentó.

“Cuando llegamos frente a la sede policial le pedí que se detenga, pedí ayuda a un policía que me llevó en sus brazos, ya que no puedo caminar hasta donde estaba el comisario”, comentó.

Ahí la anciana soltó todo. “Amo a mi hija, pero ella me golpea mucho, me grita, no me quiere, parece que me tiene rabia y no sé por qué, yo nunca le molesto porque tengo un buen carácter. No tiene paciencia para cambiarme los pañales. Tengo mucho dolor”, agregó.

“Con la empleada se emborrachan todos los días y ahí me atacan a mí y eso me duele mucho”, tiró mientras mostraba algunas cicatrices que, según comentó, le causó su hija a raíz de los pinchazos que le ocasiona.

“Mi hija lleva mi ropa y vende”

Doña Anita relató paso a paso las penurias que vivió junto a su hija y la empleada doméstica. “Mi hija es una persona violenta. El otro día me tiró una radio y de suerte no me acertó” he’i. “La empleada y mi hija me roban plata para tomar o para cualquier cosa. Mi hija lleva mi ropa y vende. No le puedo decir nada para evitar peleas”, dijo muy dolida. Le comentó que fue una mujer trabajadora que recorrió el mundo, que también leía libros y no que no merecía ser tratada de esa manera.

En un albergue encontró paz

El comisario Gaspar Mereles envió a sus agentes policiales a la vivienda de la anciana y en el lugar encontraron borrachas a la hija y a la empleada. Según comentó, la hija ya fue imputada por la Fiscalía.

“Ana me contó que la tenían tipo en una jaula, la maltrataban, la golpeaban”, dijo el komi. Finalmente, doña Ana Martínez fue derivada al albergue “Paz y Reposo”, de la Ciudad del Amor, donde quedará temporalmente hasta que se resuelva su caso. “Aquí estoy feliz y contenta”, dijo.