• ANNI GAUTO. Forma parte del equipo de tripulación de la aerolínea Lamia, la misma que cayó ayer en Colombia. Por cosas de la vida, no subió al avión

SHOCKEADA. La azafata paraguaya Anni Gauto debía formar parte del vuelo que se vino abajo con todo el plantel del Chapecoense en Colombia. Pero un examen, sí, un examen, hizo que se salvara de perder la vida en la tragedia que ayer sacudió al mundo entero.

Crónica logró contactar con la exmodelo, quien se mostró sumamente dolida por lo ocurrido.

– ¿Estuviste cerca de integrar la tripulación del vuelo?

– Sí, me iba a ir, pero unos días antes presenté un permiso porque tengo exámenes pendientes que descuidé mucho en los últimos tiempos, justamente por los viajes. Así que, acordamos finalmente que no iría a este vuelo pero sí en el de la otra final, en Brasil.

– ¿Cómo tomaste la noticia?

– Ya te imaginarás, desde las 01:00 de la mañana que ya no dormí. Estaba con un pie en ese avión, pero Dios me dio otra oportunidad y ahora más que nunca creo en el dicho que dice: “por algo pasan las cosas”.

– ¿Conocías a todos los tripulantes fallecidos?

– Sí, a todos, desde el técnico hasta el piloto. Éramos una gran familia, mi familia prácticamente falleció ahí. Ximena Suárez, la azafata boliviana y una muy buena amiga, es la única sobreviviente.

– ¿Cómo te enteraste de la desgracia?

– Me enteré a las 01:45 hora paraguaya. Toda la noche estuvimos pendientes en el grupo de WhatsApp de la agencia, esperando que llegue el aviso de “llegamos, sin novedades”, y nunca llegó. Luego dijeron que el avión se estrelló y quedé aterrada, no pude dormir más.

– ¿Hace cuánto trabajas para la aerolínea?

– Desde agosto de este año, ya hice en total 10 vuelos, muchos de ellos en el interior de Bolivia y otros por países como Colombia, Chile, Brasil y Paraguay. Todos con la misma aerolínea.

–  ¿Qué le enseñan a las azafatas para casos de emergencia como este?

– No se puede hacer mucho. Simplemente alertar a los pasajeros y pedirles que se pongan en posición de impacto (encorvando la espalda lo máximo posible y situando la cabeza entre las piernas, abrazando las rodillas con los brazos) y dejar todo en mano de Dios y del piloto.

– ¿Qué sentís al saber que pudiste haber estado ahí?

– Es difícil explicar. Lo claro es que ahora más que nunca valoro mi vida, por algo no estuve ahí. Mucha gente me escribe de todos lados, todos sabían que trabajaba en esa empresa.