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El futbolista que se hizo pastor

El futbolista que se hizo pastor
  • CERRISTA Y LUQUEÑO. Fue figura de Boca Juniors, en Paraguay Cerro está en su corazón, pero también le gusta mucho Luqueño

“Cerro está en nuestro corazón y Luque nos gusta mucho”, dice Javier Villarreal, el ex Libertad y Cerro Porteño, que desde hace un par de años vive con toda su familia argentina en Luque.

“Siempre veníamos a Luque a visitar a nuestro amigo Juan Pablo Raponi, cuando él jugaba -en el Sportivo Luqueño-. Y cuando volvimos a Paraguay elegimos a Luque para vivir, estamos acá porque nos gusta muchísimo, porque es una tierra muy linda, aparte son muy apasionados por el fútbol también. Y, aparte, los colores también me gustan -igual que de Boca, club en el que fue ídolo-”, dijo a QTal! el jugador que arrancó en Talleres de Córdoba, sobresalió en Boca Juniors y en Paraguay jugó con mucho destaque en Libertad y Cerro.

Javier Villarreal y su familia, todos argentinos menos su hija menor que nació en Paraguay, decidieron vivir aquí cuando él dejó el fútbol en su país.

FAMILIA. Javier Villarreal con su familia.
FAMILIA. Javier Villarreal con su familia.

El exfutbolista es pastor en una iglesia que queda a cuadras de su casa, en Luque. “Van a hacer dos años que volvimos al país, volvimos en el 2015 al Paraguay, y no volvimos específicamente a causa del fútbol, sino por un llamado a mi corazón, de servirle en el sentido de poder testificar, de poder hablar de que con Dios todo es posible. Estamos con mi esposa y mis hijos sirviendo al Señor y esperando ser de bendición para la gente que lo necesite, y la bendición es poder invertir tiempo”, nos dijo.

“Invertir el tiempo de uno es invertir la vida en otros porque de eso se trata, estamos para ayudar y compartir con otros la experiencia de la vida y la palabra de Dios, y permanecer firmes y tener una familia bien constituida, bien plantada para poder vivir como Dios pretende que podamos vivir”, comentó.

– En Argentina te destacaste en Boca, ¿cuáles son los mejores recuerdos de esa época que te vienen en mente?

– Lo que más me viene a la memoria de mi época en Boca es el grupo que había bien constituido. Es muy difícil andar bien en un grupo de 25 a 30 jugadores y más todavía si ese grupo es de jugadores top, es mucho más difícil. Si bien no éramos todos amigos, la entrega del día a día, en cada partido, el tener las cosas claras, es eso lo que más me viene a la cabeza. Yo concentraba con Clemente Rodríguez, era mi compañero de habitación, por tres años y medio. Después con “Chipi” Barijo, Diego Crossa, ahí yo siempre trataba de estar con los más chicos.

– ¿Cómo se dio tu venida a Paraguay?

– Yo vine en el 2006 por primera vez al país, de la mano del Tata Martino, a Libertad. Ahí estuve un año y después me volví a la Argentina, para jugar en Bánfield. Terminaba mi contrato y ya había arreglado de palabra con Gimnasia de la Plata. Solo tenía que irme a firmar para cerrar el acuerdo. La noche antes de firmar, me llaman de Paraguay para ofrecerme venir a Cerro. Y la verdad que me dio vuelta el piso, porque cuando yo estuve por acá en el 2006 lo había enfrentado. Tengo una anécdota de cuando yo estaba en Libertad. Fui varias veces a ver los partidos de Cerro con un amigo. Ya que nosotros a veces jugábamos viernes o sábado, entonces aprovechaba si Cerro jugaba los domingos y me iba a verlo, me llamaba la atención la pasión de la gente, yo había jugado en Boca y la característica mía de jugador dentro de la cancha se amoldaba a lo que era Cerro Porteño y lo que era Boca Juniors. Y bueno, era como un sueño, por que es como el Boca de Argentina. Entonces cuando me llamaron, me decidí por venir acá y rechacé lo de Gimnasia. Se dio y  comenzó mi carrera de tres años y medio con Cerro Porteño.

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-Antes de llegar la primera vez aquí, ¿qué referencias tenías de Paraguay?

-Era la triple frontera, yo con Boca viajé por toda Sudamerica, por la Copa Libertadores, pero nunca pude venir a jugar acá. En el 2002 yo no pude venir a jugar ante Olimpia, porque justamente estaba lesionado de la rodilla. Al Paraguay no lo conocía, tenía sí esa incertidumbre de cómo sería. Lo que uno escuchaba de Paraguay, de lo que es, era de las camionetazas, los autos de marca. Cuando yo estaba en las inferiores de Talleres, siempre veía a varios paraguayos que andaban con sus camionetas raras, que en Argentina casi no habían, por eso se me quedó la imagen de cómo sería, hasta que llegué en el 2006.

– ¿Y era lo que te imaginabas?

– Y fue mejor de lo que me imaginaba, lo único que me pegó fuerte fue el calor, yo había llegado el 5 de enero y me acuerdo que cuando me bajaba del avión, me pegó el calor… uyyy… era enero con 50 grados por ahí y dije “¿cómo voy a aguantar yo acá?” Después lo que es la gente, el corazón del paraguayo, te atrapa. Yo cuando me presento siempre digo que soy de Córdoba, para hacer la diferencia, por que los cordobeses somos diferentes en Argentina. Nosotros, desde que conocimos Paraguay, amamos esta tierra, hasta parece que yo nací aquí.

– ¿Tus hijos son paraguayos?

– Enmanuel, que es el más chiquito, nació acá en Paraguay, así que es el único que me acompaña con el tereré.

MUY TÍMIDO

Javier Villarreal recuerda que en su niñez era muy tímido. “Era una persona insegura, pero lo que me caracterizaba era la tranquilidad, trataba de no pelear nunca, me acuerdo que las veces que me peleé, las terminé perdiendo… jajaja…”, nos comentó.

LOS CLÁSICOS

“Sin duda que uno se prepara para los partidos clásicos, y me tocó jugar con Talleres contra Belgrano, después jugué contra Talleres, me tocó jugar Boca-River, acá me tocó el Superclásico, esos partidos son a muerte, son con todo», recuerda.

TÉCNICO. Villarreal vive en Paraguay y está dirigiendo las inferiores de Nacional.
TÉCNICO. Villarreal vive en Paraguay y está dirigiendo las inferiores de Nacional.

¿QUÉ LE HIZO EL TERERÉ?

Javier Villarreal recuerda que toda su vida tomó matecito con azúcar. Y cuando vino a Paraguay, Carlos Bonet y Patito Aquino le hicieron probar el tereré. »Vi que todo el mundo andaba con su termo, como soy una persona que le gusta compartir, probé, y al ratito ya sabés, directo al baño…jajaja…», recordó. Pero no se rindió, lo siguió probando y cuando vino de vuelta a Paraguay para jugar en Cerro ya tenía su propio termo de tereré.

TÉCNICO

Villarreal estuvo un tiempo trabajando en las inferiores de Cerro. Después pasó a Nacional, donde dirige la categoría Sub 17.

LA BIBLIA

Salvó su matrimonio. Javier Villarreal nos contó cómo se convirtió en creyente. Hoy día ya es pastor. »En el año 2003 estábamos mal con mi esposa, a punto de divorciarnos y nos hablaron de Jesucristo. Había ganado la Libertadores, había ganado dinero y había viajado por muchos lugares, tenía fama, pero me sentía con el corazón vacío», dijo.

Admitió que cometió errores que no hicieron bien a su familia. »Me abrieron la Biblia y me dijeron algo que me marcó, que el manual del hombre es la Biblia, en donde vos vas a ella y podés ver tu vida, podés ver tus dificultades, tus falencias, tus debilidades, tus fallas o tus necesidades. Uno busca en las cosas del mundo para satisfacerse y nunca logra hacerlo», reflexionó.

»Dios vino a mi corazón y sentí la paz que tanto estaba buscando. Él restauró mi matrimonio. Lo que estaba por destruirse, Dios lo multiplicó y nos dio dos hijos más y también me dio en el fútbol muchas cosas más, la Libertadores, pude salir campeón muchas veces más, pero ya esa alegría de ser campeón era buena y lo festejaba pero al otro día yo seguía estando contento, cosa que no pasaba antes», dijo.

Confesó también a Qtal que estando en Cerro fue como asesor espiritual de varios de sus compañeros. »Invité a varios compañeros, Iván Torres, César Benítez, “Gatito” Fernández… También se iban varios chicos, yo les contaba lo que Dios había hecho en mi vida, porque todos necesitamos una oportunidad de poder cambiar, porque todos tenemos una necesidad y nadie lo puede negar eso, todos tenemos una necesidad en nuestro corazón», nos dijo.

COCINERO

Después de dejar el fútbol, Javier tuvo más tiempo para su familia y eso le convirtió en un bueno cocinero. Su palo son el asado y la pizza, pero también aprendió a hacer guisos, empanadas y tartas. Aunque nos confesó que en los últimos tiempos se acostumbró más a ir a comprar los chorizos y ya está.

»MÁS GORDO Y CON MENOS PELO»

De bueno humor, Javier se ríe de sí mismo. Cuando le preguntamos si la gente lo reconoce en las calles, nos dice: »Siempre lo recuerdan a uno, pero a mí me tienen que mirar dos o tres veces, ya que estoy más gordo y con menos pelo… jajaja… El hermano de Javier Villarreal está en la fila me dijeron una vez”, contó entre risas.

PERFIL

Nació en Córdoba, Argentina, el 1 de marzo de 1979. Está casado con la cordobesa Natalia. Tienen cuatro hijos: Lautaro, Alejo, Victoria y Enmanuel. El último nació en Paraguay.

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