VILLETA. Un grupo de camioneros y “macateros” descienden de sus respectivos rodados al costado de la ruta ramal Villeta-Alberdi a la altura del kilómetro 30, conocida como la “ruta de la muerte”.

Caminan lentamente hacia un nicho. Al llegar se arrodillan, encienden una vela y comienzan a rezar. Luego beben del agua que hay en un cántaro. “Aquí obtenemos la protección para seguir nuestro camino. Son nuestros ángeles”, comentó el conductor Germán Bordón.

El oratorio fue construido en honor a Victoria Mora, quien en el año 1992 fue víctima de la “ruta de la muerte” al volcar con su vehículo en el que iba con su pequeño hijito de 2 años de nombre Luis Cáceres.

La mujer estaba embarazada cuando ocurrió el percance. “La mayoría de los conductores que pasamos por aquí nos quedamos a encomendarnos. Son nuestros protectores”, dijo.

Baches por todos lados “adornan” el asfalto que ya causaron muchos accidentes fatales, pero la mayoría de los camioneros cuentan que se sienten mucho más tranquilos cuando quedan a rezar en el nicho. “Comenzó con un conductor que dijo que le salvó de un accidente.

Ahí nació la fe hacia ellos. Son nuestros ángeles, cada vez que pasamos por aquí nos encomendamos para que nos protejan de este tramo, donde ya hubo muchísimos accidentes”, dijo por su parte Carlos Oviedo. “A nosotros nos salvaron muchas veces”, agregó.

La Virgencita que le pasó fuego encima

A pocos kilómetros donde se encuentra el oratorio de los “ángeles” de los camioneros vive uno de los hijos de Victoria, de nombre Mario Cáceres.

“Mi mamá fue muy buena persona, siempre ayudaba a todos lo que podía”, dijo.

“Muchas personas vienen y me dicen que ellos (por su mamá y sus hermanitos) no solo les protegen en el camino, sino también les cumplieron milagros. Sobre todo los camioneros y macateros los que paran para pedirle algún favor”, dijo.

Mario comentó que hace un buen tiempo el viento hizo que varias de las velas que dejaron encendidas algunos camioneros devotos se cayeran y propiciaran un pequeño incendio dentro del nicho.

“Se quemó prácticamente todo lo que había, menos una Virgencita que salió intacta. Hasta hoy en día la tengo conmigo y me cumple muchos milagros”, finalizó.