Bajo un precario techo sostenido por fuertes pilares de madera, se encontraba trabajando don Salvador Palacios (52), quien bañado de sudor realiza su labor diaria, que es hacer ladrillos en una olería ubicada en Naranjaity II, una compañía de la ciudad de Capiatá.
Mientras el sudor le chorreaba por la frente, don Palacios contó que desde que tenía tan solo 14 años empezó a trabajar en las olerías y que no tuvo necesidad de que alguien le enseñe, ya que él con solo mirar aprendía todo. “Desde que era mitã’i trabajo en esto y ahora ya es costumbre, no es fácil pero hay que trabajar”, dijo el karai.
Mientras cargaba el preparado de barro en un molde para hacer el ladrillo, don Salvador contó también que no hay que joder en estas épocas y que hay que trabajar a full, ya que cuando hace frío la producción es más pequeña. El calor ayuda que los ladrillos salgan más rápido del horno.
“Ndaipóri je’urei hína, ahora que hace calor hay que aprovechar porque en el frío nda’igustoi mba’eve”, expresó el olero.
Don Salvador explicó que al día hacen más de 1.500 ladrillos y que empiezan a trabajar cuando canta el gallo nomás ya, que es su despertador preferido. “De esto le saco a mi familia adelante y también mi señora me ayuda siendo limpiadora en un hospital. No es fácil pero tenemos que trabajar”, terminó diciendo el sacrificado trabajador.
1.500 Ladrillos
Esa es la producción diaria de esta olería, que desde tempranas horas ya arranca el laburo.
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