Hace 51 años doña Estela Marina Oviedo (70) vende flores en la entrada del cementerio de Fernando de la Mora, Zona Norte. Los tiempos fueron cambiando, pero su pasión por el trabajo y las ganas de seguir para adelante siguen intactos. Tantos años dejaron huellas inolvidables, algunas de felicidad, pero más de tristeza. “Se ve muchas cosas acá. Yo ya lloro por la gente que muere, más por los jóvenes y angelitos”, dijo.

“Lo que más me tocan son los muchachos que se suicidan, es triste eso porque muchos queremos alargar nuestra vida y ellos terminan con toda su vida por delante, pero igual dentro de todo me gusta mi trabajo, porque este es mi marido, lo que me da de comer. Quiero vender flores hasta que Dios diga basta”, siguió.

Comentó que en varias ocasiones ella fue el consuelo de muchas personas. “Yo cuando le veo a alguien que viene a llorar mucho sobre la tumba de algún ser querido que se le murió, me voy, les hablo y les animo a que salgan adelante, que le deje descansar en paz”, dijo.

Recordó que una vez se acercó a una señora –que siempre venía y lloraba a mares– para darle consuelo. “Le pregunté ‘por qué lo que lloras tanto señora’ y me dijo ‘se murió mi marido y ahora yo tengo que trabajar’ y le dije ‘vos no llorás por tu marido sino porque ahora vas a tener que trabajar’”, recordó entre risas la antigua vendedora de flores.

Milagro de la Cruz Mayor

Por otro lado, comentó que ella tiene varios milagros de la Cruz Mayor que está dentro del cementerio y es donde se le hace reposar al muerto antes de enterrarlo. “Si me voy a pedirle algo siempre me cumple, todas las veces que me fui me cumplió”, contó la doña. Relató que otras personas se encomiendan a esa cruz. Allí labura todos los días de 07:00 a 17:00.