• CURA TAPOKO. Jueza ordena que lo manden a la cacerola. Es el segundo pa’i que va preso en este 2017: el otro fue Estanislao Arévalos, ligó 6 años

Hay pecadores a los que ni Kirito los salva del peso de la ley. Es por eso que la jueza Elsa Idoyaga ordenó la prisión del sacerdote Silvestre Olmedo, expárroco de la iglesia San José de Limpio, acusado de coacción sexual, luego que supuestamente manoseara a una joven.

Se ordenó que el religioso pase ayer en la penitenciaria de Tacumbú, pero como este reclusorio está cerrado a nuevos internos, porque se encuentra abarrotado de internos, lo más probable es que ingrese a la penitenciaría de Emboscada. Eso sí, ya se ordenó que vaya a parar tras las rejas. De hecho, tras conocer lo dispuesto, el sacerdote se descompensó y fue derivado a un centro asistencial por un pico de presión.

En la primera semana de enero pasado, la magistrada había convocado al religioso para que se presentara en su juzgado debido a un pedido de prisión preventiva, librado por la fiscal Luciana Ramos.

Desde que fue imputado -en diciembre pasado- el padre Silvestre “en todo momento intentó anular la causa” con diferentes chicanas, manifestó la agente del Ministerio Público.

El caso ocurrió el 21 de setiembre del año pasado. La víctima realizó la denuncia ante la Fiscalía, incluso después de haber hablado con el arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, quien le habría pedido que esperara mientras tomaba una decisión acerca de las acusaciones.

Habría tres casos más

La mujer que denunció por acoso sexual al sacerdote Silvestre Olmedo, luego que supuestamente se le “fuera la mano” en medio de sus pechos, mencionó que hay tres casos más de jóvenes mujeres que habrían sido acosadas por el mismo cura.

La joven de 21 años estaba a cargo de la Pastoral Juvenil y tenía que hacer una nota de permiso del menor para un campamento religioso, por lo que fue hasta la secretaría de la parroquia aquel 21 de setiembre.

Asegura que cuando le pidió ayuda al sacerdote, este le empezó a acariciar la espalda y luego los pechos. Inmediatamente, como si nada hubiese pasado, le dijo que después harían la nota. La mujer salió huyendo de la oficina.