Un fuerte viento movía las chipas que fueron colgadas en el nicho de la Santísima Cruz, ofrenda preparada por la familia Antar, la cual también estaba adornada con llamativos rosarios hechos con maní y caramelo. “Llevamos más de 80 años con está tradición católica; empezaron mis abuelos, mis papás y ahora seguimos nosotros, los descendientes”, comentó Jorge Antar, quien con 63 años es uno de los “cabecillas” de la familia para que esta tradición siga vigente.

Don Antar, cruzado de brazos, protegiéndose del viento frío que empezó esa mañana, contó que lo más lindo de esta tradición y promesa familiar es la unión de todos los integrantes, padres, hijos, tíos, sobrinos, nietos… que es el motivo principal para que cada año todos los parientes estén juntos, dando su granito de arena para que el kurusu esté más que reluciente.

“Es una tradición que une a la familia y hace que la fe sea más fuerte que nunca. Es lindo saber que todos se preparan para trabajar y dejar hermoso todo para la cruz de Cristo”, he’i el devoto, resaltando que unas 3.200 chipas y 1.500 rosarios de maní fueron hechas desde que se inició la Semana Santa hasta el día de ayer, que culminó con una santa misa.

“Llevo sirviendo a la Santísima Cruz hace más de cuatro décadas”

ÑEMBY. Ernesto Arévalos, karai de 57 años, contó que desde que tenía memoria sirve a la capilla Santísima Cruz, situada en el barrio Rincón, en Ñemby, y asegura que es gracias a las bendiciones de la misma que siempre tiene trabajo y salud. “Primero era algo chiquitito nomás y luego gracias a la colaboración de los feligreses que tenemos esta capillita ya es grande. Acá llevo sirviendo a la Santísima Cruz hace más de cuatro décadas”, decía Arévalos, mirando hacia el nicho de la Cruz.

El karai, de profesión constructor, aseguró que cada 3 de mayo para él es sagrado y ese día entrega su tiempo a la Santísima Cruz. “Todos trabajamos en conjunto para servirle a la Cruz”, señaló don Ernesto, mientras colgaba unas chipas en el nicho.