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El “amor de tres” les viene bien a algunos

El “amor de tres” les viene bien a algunos

Cuando hay cuernos de por medio, muchos son los que arman escándalos a donde sea. Pero otros prefieren el perfil bajo y las indirectas, que muchas veces son bien directas. En este último caso, el rubro de los pasacalles es uno de los que más facturan con los que se “portaron mal” en casa.

La dueña de una empresa que se dedica a mensajes publicitarios, y que se hizo llamar Mariana (prefirió el anonimato) omombe’u que es casi “común” que quienes realizan pasacalles, afiches o incluso calcomanías, reciban al manos una vez al mes pedidos de este tipo. Ella aseguró que en su caso no hace este tipo de trabajo, pero que es muy fácil dar con una imprenta donde por un 40 mil’i ya le escrachan sin asco a quien sea.

“Normalmente la persona llama y nos pide el pasacalles, nos dice el mensaje y dónde quiere que le coloquemos. Nos manejamos con una seña. La persona debe abonar la mitad primero si es que lo hace por teléfono” omombe’u la dueña, que a la vez dijo “nosotros nomás no queremos meternos en ese terreno porque sabemos que puede terminar mal”, motivo por el cual rechazan estas peticiones.

He’i avei que son las mujeres las que llaman a realizar estos pedidos más que los varones. La señora cuenta que el 90% son para casos de infidelidad, donde la “oficial”, en vez que reclamarle al tipo por su infidelidad, apuntan a escrachar a la amante en cuestión, y que incluso ofrecen mucha más plata de lo que sale el producto para que se haga el trabajo.

“Todos reciben estos pedidos, bola es que no lo hacen porque en todas partes hay estos pedidos” he’i la doña que incluso reconoció que a fin de mes deja muy buena plata, más allá que el riesgo es grande.

Karai se adelantó y evitó vergüenza pública

La señora recordó un caso bastante kachiãi, en donde una señora llamó al negocio para pedir un pasacalles con un mensaje para la amante de su marido. En aquel entonces, dudaron sobre si hacían o no. Pero un día antes de que la empresa colgara en la dirección indicada por la mujer, de una forma misteriosa el hombre en cuestión se enteró del trabajo encomendado por su mujer (la “oficial”) y pidió por favor no colocar el pasacalles.

El señor pagó el doble para que no cuelguen el pasacalles donde su nombre se vería junto a la de su amante. La macanada le costó el enojo de su mujer y pagar por un pasacalles.

Son mensajes muy densos he’i

La doña he’i que hasta un punto es simpático recibir estos pedidos, pero a veces el trabajo de ir a colocar estos letreros se vuelve incómodo para los trabajadores, que se exponen a cualquier cosa. Omombe’u que hay veces en que reciben estos pedidos pero los mensajes contienen insultos muy fuertes.

“Las mujeres son las que piden estos trabajos. Las mujeres pues somos más ñaña. A veces ya usan muchas groserías muy fuertes” he’i la señora en medio de risas picaronas. Contó que a veces tienen que convencer a las clientes de bajar los decibeles en los mensajes.

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