• EJEMPLO. El mitãrusu es admirado por sus compañeros de escuela y también por sus profesores.

Es todavía de madrugada cuando Felipe Espinosa ya se prepara para salir a buscar colectivo para ir hasta el Mercado de Abasto, para luego tomar otro que le lleve directo al Mercado 4. Allí va a seleccionar las mejores mandiocas que luego pasarán a ser peladas y vendidas por él mismo.

El joven de 16 años, que vive en la ciudad de Capiatá, contó que gracias a su trabajo diario puede ayudar a su mamá con los gastos de la casa y de paso pagarse sus estudios primarios, ya que cursa en horas de la noche el 8.º grado en la escuela “Margarita Veia de Bibolini”, lugar donde recibe el apoyo de sus compañeros y profesores.

“Tengo un amigo que siempre me dice que quiere ser como yo, que me admira por ser trabajador y también mis profes”, afirmó el mitãrusu valé. También contó que cuando era más chico buscaba remedios refrescantes para vender, ya que es una manera honesta de conseguir el pan de cada día.

“Hay que trabajar, porque si robás tampoco te sirve de nada, hay que ser honestos en la vida porque de nada sirve andar por ahí robando”, terminó diciendo Felipe, un mitã’i que es un verdadero ejemplo de sacrificio.

Estudia con su laburo en el mercado

José Zarate es otro de los jóvenes valientes que llegan hasta el Mercado 4 todas las mañanas tempranito para ganarse un poco de plata y así poder juntar para pagar la cuota de su Facultad. Contó que desde los 15 años empezó a trabajar en ese lugar.

“Cuando le había contado a mis papás, también me apoyaron, ya que somos tres hermanos y gracias a esto también me pago mi Facultad”, contó José.

Resaltó que hace unos días que no está yendo hasta el mercado porque el trabajo mermó un poco más, pero está buscando a la vez otras opciones, para demostrar que también puede hacer otras cosas. “Estudio licenciatura en Nutrición, y también estoy viendo otro trabajo”, terminó diciendo el joven.