• EJEMPLAR. Como dice el dicho, ella puso su “granito de arena” para dar un poco de felicidad a peque de una comunidad y mejorar su calidad de vida

GUSTAVO GALEANO. Corresponsal

CIUDAD DEL ESTE. Muchos dicen que la belleza se lleva por dentro. Y Delci Santander, una voluntaria del cuerpo de bomberos de Minga Guazú, demostró que es hermosa no solo por fuera. Por ahí su gesto pasa desapercibido para muchas personas. Fue solo “una ayudita” a alguien. Pero para la pequeña “Maida” es la luz que le permitió tener una mejor calidad de vida.

Mirando un partido de fútbol entre varios chicos de una comunidad asentada en San Cristóbal, al Sur del Alto Paraná, vio un rostro “escondido” con temor a compartir con el resto. Era una niña de no más de 10 años. Ella quería estar ahí, junto al resto, pero una incapacidad para desplazarse con normalidad la mantenía postrada en el anonimato.

“La niña padece una rara enfermedad que la impide caminar y por eso es que precisa la silla para moverse. Anteriormente iba a una escuela que queda a pasos de su casa, pero tuvo que mudarse de allí porque algunos compañeritos se burlaban de ella”, expresó Delci, quien sigue yendo para ayudar a la peque.

La mamá de la niña, al ver el interés de la bombera por su hija, le comentó que lo que más le hacía falta era una silla de ruedas, para poder movilizarse. Fue ahí cuando Delci jugó un papel importante: se fijó como meta conseguirle una y a partir de amistades y algo de efectivo logró ponerle 0 km una usada. Para muchos, es poco. Para “Maida” lo es casi todo. Hoy, gracias a esto, podrá volver a la escuela y tener la chance de pelear ella misma por un futuro que no la deje a un lado del camino.

REPARACIÓN

“No fue mucho lo que pude hacer, solo llevé la silla, le repararon las rueditas y le colocaron los colchones”, dijo modestamente la voluntaria. Ahora está planeando hacer lo que esté a su alcance para festejarles el Día del Niño.