• GOLPE FUERTE. Significó un duro cambio dejar de ser la futura esposa para convertirse en la ex, por lo que la tristeza se apoderó de su vida desde que le rompieron el corazón.

Hola doctora… Estoy mal. Y sé que vos me podés ayudar, por eso te escribo. Mi novio me dejó y eso es algo que no puedo superar. Siento que el mundo se me vino abajo desde entonces, que nada tiene sentido. Me convertí en un fantasma encerrada en mi casa, sin ganas de hacer otra cosa que estar tirada. No tengo fuerzas ni para comer…

Es un vacío enorme el que tengo porque lo conozco de toda la vida. Empezamos siendo compañeros en la escuela, cuando estábamos en sexto grado. Hicimos casi toda la secundaria juntos, salvo por dos años que él se fue con su familia a Asunción.

Cuando volvió, estando ya en el último año del colegio, se me declaró. Fue el más feliz de mi vida. Éramos simples estudiantes, pero para mí se abría un nuevo mundo.

Después de un año de noviazgo, mi novio empezó la Facultad. Él eligió una carrera y yo otra, por lo que ya no nos veíamos todos los días como antes, porque nuestros horarios no coincidían. Hablábamos todos los días, y sí o sí nos veíamos tres veces a la semana, generalmente los sábado y domingo que ninguno deba clases y los miércoles de noche, cuando yo no iba a la Facultad.

Pero justamente un miércoles me sorprendió en casa. Yo estaba a punto de salir para ir junto a él. Cuando lo vi llegar, salí a recibirlo corriendo. Lo abracé, y traté de besarle, pero ya se mostró frío. Muy diferente a como habíamos estado apenas tres días atrás.

No entendí qué pasó. No supe qué hacer. Me quedé helada. Me puso la mano en la cabeza y me empezó a hablar. A decirme cosas que se me quedaron en la cabeza y que no entiendo de dónde las sacó. Bueno, en realidad vino a casa a despedirse, a decirme que lo nuestro no puede continuar porque él se sentía “menos” que yo, lo cual sinceramente doctora es una reverenda estupidez.

Me dijo que soy muy inteligente y muy hermosa, que puedo elegir el hombre que quiera que no se me va a resistir, y muchas cosas más así. Yo pensé que creía que lo estaba engañando o algo así, cosa que jamás pasó por cierto. Pero de golpe su discurso empezó a cambiar y ahí me di cuenta. Me dijo que así como alguien mejor que él debía ser para mí, que él también esperaba por alguien que esté “a su nivel”.

Le pregunté si su decisión tenía que ver con sexo. Negó que sea eso, pero que sí para él es una cosa demasiado importante. Empecé a lagrimear todo, después de insistirle que piense mejor las cosas, traté de besarlo pero me volvió a negar los labios. Se dio la vuelta y se fue.

Cerré la puerta con furia y eso fue el final de todo. Intenté hablar con él pero no me atendió. No entiendo el porqué. Creo que le di todo mi amor, pero no me supo valorar. Una amiga me contó que lo vio con otra mujer, pero no sé si es por eso que me dejó.

Estoy mal, ¿qué puedo hacer para recuperar mis ganas de vivir?

LUCIANA, DE LA COLMENA, 21 AÑOS

RESPUESTA: Es normal que una desilusión amorosa traiga consigo una dosis de dolor, que cuando pasan cosas como estas tengas sentimientos de culpa y que tu humor no sea el ideal. Pero a pesar de eso, es necesario levantarse y seguir adelante con la vida, no dejarse vencer. Algunas personas sienten las rupturas como una pérdida que los paraliza, que hizo que su mundo no tenga el sentido que tenía antes.

Se encierran, no tienen ganas de comer, les cuesta dormir, y a partir de ahí, otros problemas más. O sea, el día a día se vuelve pesado, la capacidad de hacer las tareas cotidianas se esfuman y se elige un encierro que en nada es bueno.

Es bueno darnos un tiempo para pensar, para ver las cosas con claridad y fríamente. Es recomendable vivir las emociones antes que sentirse vacío, pero dentro de todo hay que darse un respiro y asimilar que esa persona que consideramos sería el amor de nuestras vidas, la compañía que estará a nuestro lado por siempre ya no se encuentra donde queremos.

Hay que aceptar los límites. Si lo lográs, es un gran paso para salir de esa depresión en que decís que caíste. Dejá de lado los pensamientos negativos, buscá alternativas, refugiate en la música o en algo que realmente te gusta y que nunca te animaste a hacer. Que esos fines de semanas en que estaban juntos se transformen en una actividad que te llene, que te haga sentir bien.

Eso sí: si pasa más de un mes y sentís el mismo dolor, que tu corazón está roto, sería bueno que acudas a terapia buscando un apoyo emocional desde un punto de vista más científico, y en palabras más sencillas, darte un espacio para sanar las heridas.