«Desde aquel 15 de marzo, día en que ocurrió este terrible accidente, no dejamos de rezar en el lugar y encomendarnos para que nos cuiden”.

Esas fueron las palabras de doña Tomasa Ramírez, quien vive a la altura del kilómetro 44, ruta 2, en Pedrozo, Ypacaraí, en la zona conocida como “la bajada de la muerte”.

La doña hace referencia a quienes cuidan esa “peligrosa pendiente”.

Son nada más y nada menos que los “espíritus” de dos de las víctimas de aquel terrible accidente ocurrido en marzo de este año, luego de que un camión de gran porte -que se quedó sin frenos-, chocara contra un micro de la empresa “Guaireñatur”.

En el lugar del accidente yace un pequeño oratorio en nombre de don Juan Arnulfo Miranda, chofer del camión, quien falleció en el acto, como así también el nicho a nombre de Luis Tunca, de nacionalidad peruana, también víctima de aquel terrible percance rutero.

Comentan los pobladores que sienten su presencia y que desde aquella vez ya no ocurrió ningún accidente de esas características.

“Ellos cuidan de este lugar. Desde aquel accidente ya no hubo nada similar. Son nuestros protectores”, dijo Larisa Ortiz, lugareña.

“Ellos rondan por aquí, yo sentí su presencia como dos veces. Ellos cuidan de esta terrible bajada. Mucha gente viene a rezar en el lugar”, finalizó.