Ña Ramona Sánchez sigue la tradición que inició hace más de cien años su abuela Liberata Cáceres, oriunda de Carapeguá. Ndaje la abuela, cuando era muy joven, fue a vivir en el barrio Nazareth de Asunción y ahí fue que empezó a hacer el pesebre. Luego se mudó sobre Tercera Proyectada y 14 de Mayo. Finalmente fue a Itauguá, donde sus nietos continúan con el establo.

“Seguimos la tradición por amor a la familia y al pesebre. Desde chicos nos enseñaron eso. Hacer el pesebre para mí es como darle las gracias por la salud y el trabajo que siempre nos da Dios”, he’i la doña, quien dijo que tomó la posta “creo que fue en el 72 más o menos”.

En efecto, los Sánchez hace más de 45 años se dedican año tras año a construir el pesebre con toda la familia. “¡A mí me encantaba hacer el pesebre! Todo el año eso nos ayuda a que los hermanos seamos más unidos, porque cada uno aporta algo, mi esposo por ejemplo hace 40 años hace la parte eléctrica”, omombe’u. 

Muchas personas llegan hasta su casa para ver el pesebre. Algunos vienen de Foz de Yguazú, Ciudad del Este, Villarrica, Filadelfia, Formosa, San Lorenzo, Capiatá y otras ciudades, aseguró.

El milagro del Niñito Kirito

Ña Ramona contó que hace varios años atrás, una de sus hermanas se había enfermado de neumonía y los doctores le habían dicho a su papá que lo único que quedaba era rezar, y si amanecía al día siguiente, había posibilidades de vida.

A raíz de eso, el karai hizo la promesa al Niño Jesús que si su hija se recuperaba le haría un pesebre en medio del arroyo. “Se curó mi hermana y mi papá armó el pesebre en medio de un esteral, vino una fuerte tormenta y perdimos casi todo menos el Niño”, contó la doñita.

Folclórico 

Este año colocaron el techo, los globos y el atrapasueños hecho de ñandutí, que el año pasado un grupo de tejedoras les había regalado.

FIESTA

Lo llaman “La fiesta campesina” , ya que se realiza en el campo y las figuras están vestidas de poncho. Además se hizo un ranchito antiguo.