Jimmy Vargas tiene 40 años, es bombero voluntario de la 3.ª compañía de Sajonia, y como otros camaradas suyo, deja de pasar las fiestas de fin de año con sus familiares e hijos para ir a salvar vidas.

El bombero tiene tres chiquitos de 6, 9 y 13 años. Sobre lo que expresan sus hijos porque tiene que pasar las fiestas fuera de casa dijo: “Me extrañan, pero ellos entienden lo que hago y que soy útil para la gente, saben que si me voy es para ayudar a la gente que me necesita”.

“En mi caso tuve que dejar a mis hijos, porque justo me tocó trabajar (en Nochebuena). En ese momento se dividen los sentimientos, porque tenés tu casa, tu gente, algunos ya no tienen a sus familiares y buscan el cuartel, que para muchos es como nuestra segunda casa”, he’i. 

Avei contó que en varias oportunidades le tocó pasar las fiestas prestando servicio. “Salimos y cumplimos con lo que tenemos que hacer, nos sacrificamos mucho tiempo y siempre pensando en la gente. Cuando suena el timbre o la sirena termina todo lo que es compartir en el cuartel y comienza a vivirse lo que es ser bombero. Después de eso nos saludamos en el camión o camino al servicio”, relató.

Lo que no olvida

“Yo tuve una experiencia en un accidente vehicular, prácticamente una señora murió en mis manos, son cosas difíciles que en ese momento uno no asimila”, dijo Jimmy.