Foto: RETRATOS. Don Edgardo muestra uno de los retratos que le tocó realizar. Además, el abuelito es un capo tocando la guitarra.

• DIBUJA. “Haciendo esto siento tranquilidad (…). El amor es algo hermoso y puede quedar retratado en un papel”, dijo don Edgardo, de 75 años

Con solo decir algunas palabras, don Edgardo Lezcano (75) llena el lugar de “luz” con su sabiduría. Es de esas personas con quien uno puede hablar horas de cualquier tema. Un erudito. Hace unos años que está en el hogar de ancianos “La Piedad”, de Asunción.

“Ya estoy viejo, enfermo, pero eso no me impide seguir haciendo lo que amo”, dijo mientras nos mostraba una de sus obras de arte. Y es que el abuelito le agrega a su enorme conocimiento cultural, un don que posee y que le ayuda a sobrellevar la vida encerrado en cuatro paredes. El abuelito es un capo dibujando. “Haciendo esto siento tranquilidad”, agregó. “Hace mucho que tengo el don de retratar a las personas”, comentó. “Mi vida es una aventura total. Hice de todo en mi vida. Dicen que soy un buen artista. Yo no lo sé. Con la enfermedad que tengo me cuesta ya un poco dibujar, pero hago el intento”, dice humildemente.

El abuelito artista pidió –hasta si se quiere como una excusa para que se le visite– a las parejas enamoradas que se acerquen para regalarles un dibujo por el Día de los Enamorados. “El amor es algo hermoso y puede quedar retratado en un papel”, dijo y agregó: “Yo tuve suerte en esa área. Me casé y todo. Luego me divorcié, pero eso ya es otro tema”.

Don Edgardo tiró un consejo a los hombres solteros de cómo conquistar a una mujer. “A las mujeres se les agarra por el oído, por el bla bla bla. Hay que hablarles con sinceridad porque ellas son muy perceptivas. Es así de simple”, finalizó.

Escribió un libro sobre lo mal que hablamos

Si de artistas capos se trata, don Edgardo fácilmente ocuparía un podio. El abuelito intelectual, aparte de dibujar, escribió un libro que lleva el título de “Tal idioma tal país”.

“Trata de lo mal que habla el paraguayo, incluso los comunicadores, que deberían de dar el ejemplo de cómo expresarse bien”, explicó.

“En mis horas de encierro, comencé a tomar notas de los errores de expresión en que caen varios comunicadores de radio y televisión. A veces ‘descuartizan’ el idioma lastimosamente”, dijo.

“Nuestro lenguaje diario está lleno de errores gramaticales y los propios comunicadores caen en eso; es decir, con su castellano mal hablado contaminan mucho más nuestra ya lamentable manera de expresarnos. De eso trata el libro”, finalizó.