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“Nosotros jugábamos en el cementerio con mis hermanos”

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LAMBARÉ. Sentada en una cómoda silla, tomando un rico tereré antes de la hora del almuerzo, doña Lida Sánchez (48) atiende su puesto de venta de flores en la entrada principal del cementerio de Lambaré. Ese puestito es, según afirma, su segunda casa, y los cementerios, aunque suene lúgubre, forman una parte importante de su historia y de su forma de subsistencia.

Desde que estaba en la panza de mi mamá estoy por los cementerios. Mi casa está al lado mismo del cementerio de Fernando, Zona Norte, un alambre nos separaba”, contó la doña. Lida dijo que muchos miembros de su familia se dedican a trabajar en la venta de flores en los camposantos y que esta humilde labor le viene de generación en generación, hasta incluso sus hermanos.

“Mis tías, primas, abuelas, hermanas, mi mamá, todos trabajamos en esto y estamos en todas partes, acá en Lambaré, Fernando de la Mora, Villa Elisa, Areguá e Itá, por todos lados”, relató en medio de risas.

Contó también que tuvo varias experiencias sobrenaturales con los difuntos, pero está acostumbrada porque desde que era muy pequeña siempre en fechas especiales como Semana Santa o en el Día de los Santos, en horas de la noche y madrugada, escuchaba que sobre el techo de su casa caían piedras y al salir no se le veía a nadie.

“Nosotros jugábamos en el cementerio con mis hermanos y cada fecha nosotros ya sabíamos que iba a haber algo y ya nos acostábamos, eso es cosa de todos los días. Hasta ahora es así, solo que no sabemos más si son los espíritus o los drogadictos que andan siempre por ahí”, terminó diciendo ña Lida.

48 AÑOS

Es el tiempo que lleva doña Lida trabajando y viendo su vida en torno al camposanto.

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