• ADOPCIÓN. Hace poco nada más, Liz Irrazábal supo de dónde venía y cómo fue a parar en adopción. El reencuentro fue gracias a una publicación de Crónica

No sabía nada de sus orígenes hasta hace poco, cuando salió a buscar las respuestas a sus preguntas. Por eso hay un antes y un después muy pronunciado en la vida de Liz Irrazábal, entre la incertidumbre y el final más esperado que se consumó 40 años después. “Siempre quise saber de mis orígenes, porque yo sabía que era adoptiva”, dice. El drama duró demasiado tiempo. Los misterios sin resolver se extendieron más de la cuenta. Pero la fe no se apagó nunca.

Gracias a la publicación de Crónica pudo contactar con los primos que sabía que tenía, pero no conocía, posgestiones de la tía Balbina, mucho más que una intermediaria para acercarle a Diego Herrera, Petty y la nueva parentela, con quienes compartió un asado a fuego lento, matizado con unas cervezas bien frías.

“Me mostraron fotos de cuando era chica que yo nunca vi. Mi tía Balbina me mostró imágenes de mi bautismo. Fue muy emocionante. Es increíble. No tengo palabras, sigo llorando todavía”, repite Liz.

Con los primos se hicieron amigos en Facebook y empezaron a ponerse “me gusta” en las fotos biográficas. En la mesa familiar, del mismo modo, se preguntaron miles de cosas y pergeñaron nuevos encuentros. “La próxima vení con tu esposo”, le pidieron.

A raíz de peleas de sus padres fue de adopción en adopción

Su mamá (Leonora Cantero, ya fallecida) y su papá Marco Caballero (próximamente irá a conocerlo a Buenos Aires) habían tenido un conflicto en Argentina y se produjo la separación. “Y ella me trajo enojada a Paraguay. Ahí me separé de mi hermana (se fue después con otra tía) y mi papá. Mi mamá me regaló a una familia que, por problemas económicos, me volvió a regalar. Así llegué a manos de la señora Crispina. Me cambiaron de nombre y ese fue el motivo por el cual mi papá no me podía encontrar. Yo me llamaba Karina Caballero”, nos contó Liz.

Los chats por WhatsApp con la tía Balbina y su hija Gloria

En toda esta historia fue fundamental la tía Balbina, de memoria prodigiosa. Para que las postales de reencuentro existan, ella tuvo que unir puntos. “Yo tenía recuerdos de pequeña y el año pasado se me antojó saber algo de mí y empecé a buscar en Facebook y le encontré a la tía Balbina, a su hija Gloria, empezamos a chatear por WhatsApp. Hablando con ella supe de mi padre, mi hermana y así empecé a, digamos, cerrar el círculo”, graficó Liz Irrazábal.