“Somos una pequeña comunidad de desgraciados” es lo primero que resalta el padre Aldo Trento cuando empieza a contar el duro batallar con el que día a día enfrenta a la vida, y sobre cómo fue dejar el frío intenso de donde vivía para cambiarlo por el calor de Paraguay, que marcó un antes y un después en su existencia, superando un momento en que la depresión le estaba ganando la pelea.
El padre Trento relata que a los 11 años fue a un confesionario y a partir de ahí descubrió que su vocación era ser un sacerdote. “Era un 18 de marzo de 1958, en un pueblito que queda hacia la montaña de los Alpes (entre Austria e Italia). Ese día tomé la difícil decisión de dejar mi hogar para ir al Seminario”, contó.
A los 42 años, la Iglesia decide enviarlo a Paraguay. “En ese tiempo estaba enfermo de una grave depresión. Ya no entendía el sentido de la vida. En ese tiempo era lector de varios actores, que consideraban al hombre como un ser inútil, tal vez eso hizo que cayera en el abismo”, omombe’u el padre.
Sin embargo, tras su venida a nuestro país, dijo que la vocación de servicio le cambió la vida. “Entre tantos problemas que uno escucha, siempre trato de ver el rostro de Cristo en ellos, para no verme superado por la situación, con eso no digo que no sea difícil pero con Cristo todo se puede”, expresó.
Fundación de marginados
La fundación San Rafael, la que con un gran amor por el prójimo lleva desde hace años el padre Trento, es un lugar en el que se alberga a ancianos, enfermos terminales, niñas violadas y mujeres violentadas. Además tiene comedor para niños pobres. Todo esto es gracias a donaciones que gente de bien realiza o a la organización de una tradicional rifa que se hace de manera anual. En este sentido, resaltó, por ejemplo, la gran colaboración que le da el presidente Horacio Cartes, quien a lo largo de su mandato donó íntegramente su salario.
AGRADECIÓ
El padre Trento no desaprovechó la oportunidad para agradecer al Presidente de la República y a la Itaipú Binacional por el aporte que hicieron.
Cuenta que superó al mal con su vocación
“Después de muchos años de depresión salí de eso, con la ayuda de varios sacerdotes. Fue algo muy difícil; sin embargo, trabajando y sirviendo un día desperté y ya no encontré al hombre del día anterior. Fue un milagro”, cuenta el padre Trento muy sereno y con toda la tranquilidad que siempre lo caracterizó, pero dejando sentir en sus palabras un poco de emoción.
En la fundación San Rafael, de la que él está a cargo desde hace muchos años, a diario reciben a todo tipo de personas que son marginadas por la sociedad. “Hoy por ejemplo llegó un expresidiario que me pidió un G. 100.000 para comprar verduras y salir a vender”, comentó el padre, dejando en claro que esa es la esperanza que ve reflejada en todos aquellos que lo rodean.
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