• DE NO CREER. Los pronósticos médicos no eran lo que esperaban, pero su fe siempre estuvo firme
• CUESTIÓN DE FE. Fátima no se dejó vencer y pedía con todas sus fuerzas que la beata le dé otra oportunidad

Con tan solo 18 años, la vida de Fátima Garcete, hoy con 38, se convirtió en un verdadero dolor de cabeza, literalmente. Las idas y venidas al hospital se hacían constantes, por lo inaguantable que ya resultaba sobrellevar el día a día.

“Empecé con dolores en la cabeza. Entraba y salía de urgencias. El dolor ya era inaguantable. Le pedí al médico que me dé una orden para hacerme una tomografía porque ya ni con inyectables se me pasaba”, contaba Fátima. El resultado no era nada bueno.

“Yo no le conté nada a mi familia. Quería tener primero una versión médica. Consulté y me dijeron que tenía un enorme tumor en la cabeza y que de inmediato debía ser operada”, he’i la mujer.

Su fe en Chiquitunga comenzó a tomar protagonismo en la historia. El 28 de mayo del año pasado, acompañada de su mamá y de su marido, le rezó en su capilla. “Le pedí a Chiquitunga que ya no me duela la cabeza. Ya no aguantaba. Y desde esa vez, el dolor ya no volvió, y solo convulsioné en dos ocasiones más, después ya nada”, comentó.

Ella no tiene dudas, y aseguró que “vivir es un milagro de Chiquitunga, ella intercedió por mí ante Dios para que hoy esté contando esto. La fe en ella y en que iba a sanar siempre estuvo firme”.

Nueve meses después, es otro vivir

En algún momento, los miedos la invadieron, sobre todo cuando los médicos le dijeron que podía quedar con secuelas o dejar de hablar. Incluso, por cuestiones de cupo, la operación que debía ser en junio del año pasado para ver ese tumor pasó para setiembre. Pero rezar permanentemente y no dejarse vencer nunca hicieron que a los tres meses ella vuelva a caminar y a hablar, quizás, contra ese primer pronóstico que en un comienzo se le dio.

“Yo le soñé y siempre olía su aroma a jazmín”, he’i

Fátima, quien agradece todas las bendiciones que recibe de la beata, contó que mucho antes de operarse ella había soñado a Chiquitunga, que le daba muchos rosarios. “Estaba vestida de blanco pero su rostro era único. No me habló, pero me acuerdo que me daba muchos rosarios, muchos, eran incontables y su aroma siempre sentí ese dulce aroma a jazmín, siempre está presente”, decía Fátima.

Resaltó que cuando le contó a su mamá del sueño le había dicho que seguro quiere que cuando se cumpla un año de su operación ella reparta rosarios, así como lo hacía la beata.

FELIZ

Fátima es locutora y periodista, aseguró que lo que más pedía era volver a hablar ya que eso es su instrumento de trabajo.

FESTIVAL

El 12 de junio habrá una obra teatral sobre la vida de Chiquitunga en el Seminario Metropolitano a las 19:00.

57 PUNTOS

Es la cantidad que tiene Fátima en la cabeza luego de la operación que tuvo para sacarse el tumor.