Con su hijo de intérprete de señas, Crónica habló con don Ramón, un ejemplo para esos que tienen la palabra “pero” en la punta de la boca

UN ALBAÑIL VALÉCHO

“Uno nunca debe dejarse vencer por los obstáculos; al contrario, hay que enfrentarlos y demostrar que siempre se puede”, dijo en su lenguaje de señas

El destino lo golpeó en varias oportunidades. Él, con una sonrisa lo disimula todo y tienta al futuro con el alma, con fortaleza, esmero y mucho empeño. Son de esos que con su sacrificio brillan más que el sol y sirven de ejemplo para aquellos que tienen la palabra “pero” en la punta de la boca.

Don Ramón Lezcano (48) es sordomudo y hace unos años un accidente de tránsito se llevó uno de sus brazos. Pese a ello, el don nunca se rindió y encontró en el trabajo el refugio suficiente para ponerles pecho a las adversidades y demostrar que todo es posible cuando uno se propone.

Ni bien el astro rey se asoma, don Ramón sale de su casa y se dirige a realizar sus labores como albañil. “Me sacrifico por y para mi familia. Es lo único que me interesa, ellos son todos para mí”, dijo en su lenguaje de señas a uno de sus hijos, quien hizo de intérprete para la nota.

Don Ramón es un capo en la colocación de pisos y revoque de pared, pero su laburo no solo es en construcción. El hombre realiza a la par diferentes actividades a las que les pone el mismo empeño y sobresale en cada una de ellas. Electricista, plomero, pintor, fotógrafo y camarógrafo para ciertos eventos de festividades, son solo algunas de las muchas actividades que realiza. “Cuando vi que me faltaba un brazo lloré mucho, pero pasaron los días y pude restablecerme. Me puse de pie y salí a luchar como siempre, y hasta hoy en día sigo así. Uno nunca debe dejarse vencer por los obstáculos que la vida te pone; al contrario, hay que enfrentarlos y demostrar que siempre se puede”, dijo.

De adolescente comenzó en la albañilería

“Mudito” Lezcano es muy conocido en Encarnación, donde vive. Todos los que le conocen saben que es un gran profesional en cuanto a la construcción se refiere. “Desde la adolescencia que trabajo en la albañilería, comencé con mis tíos, pero antes ya trabajé en la chacra plantando mandioca, algodón, etc. Nací en San Pedro del Paraná y llegué a culminar el sexto grado; en aquel entonces si concluías la primaria era un logro importantísimo”, dijo. “Como éramos muy humildes, me di cuenta que en casa faltaba más ingreso; entonces, a los 16 años comencé a trabajar con mis tíos en la construcción”, explicó.

Decisión difícil, pero que valió la pena

En el 2006, don Ramón se dirigía a su casa a bordo de su bicicleta, luego de un día de trabajo. Sobre la Ruta 6, un camión lo embistió y una de las ruedas le pasó por encima de su brazo izquierdo. Fue auxiliado por el conductor rápidamente.

Su caso empeoró y con mucha ayuda sus familiares lo trasladaron hasta un sanatorio en Argentina. Allí, los médicos le dijeron que su brazo quedó inservible y que tenía poco tiempo de vida. “Fue en ese momento que tomé una decisión y pedí que me corten el brazo con tal de vivir y ver a mi familia tranquila. Gracias a Dios, la operación fue un éxito”, explicó.

MÁS DATOS

“Gané respeto”

“Al comienzo como que muchos no confiaban en mí, por no tener un brazo y no poder hablar, pero con trabajo gané el respeto de ellos y quedaron contentos conmigo”, dijo.

“Todo se puede”

“Trabajo todos los días por y para mi familia. Y también para demostrar, sobre todo a los jóvenes, que todo se puede pese a las adversidades que a uno le puedan suceder”, he’i.

En la Argentina

“Hasta la Argentina fui a trabajar como constructor con unos tíos. Estuve en la construcción de un edificio. La verdad que trabajar me da ganas porque sé que a mi familia no le faltará nada”.