“Estuve en el más allá. Sí, allá, en el otro lugar como se dice. Pero volví. Los médicos me dijeron que resucité. Yo digo que Dios permitió que un acto que nació del amor me salvara la vida”. El que habla es Néstor Cáceres (43), un compatriota que vive desde los 15 años en la zona de Villa Gessel, Argentina.

Su historia es de esas que te llevan a tomar un pañuelo para secarte las lágrimas. Hace unos años se separó de quien es la madre de sus dos hijas, quienes quedaron a su cargo.

“La separación me bajoneó y me volqué al alcohol y no comía prácticamente”, contó. Su mal hábito hizo que su estado de salud se deteriorara. Comenzó con una anemia, luego recibió una terrible noticia por parte de los doctores: le diagnosticaron leucemia.

“Estuve como dos años por el hospital de Mar de Plata. Llegué a pesar 40 kilos”, contó. Allí, era cuidado por la enfermera de nombre Gabriela, quien además de estar pendiente de él, le ayudó a superar esos terribles momentos.

Entre análisis, quimioterapia, etc., brotó una relación de amistad entre ambos. “Nos hicimos buenos amigos. Ella veía que estaba lejos de mi familia, me lavaba la ropa en su casa, me cuidó un montón”, dijo. Un tiempo después, Néstor empeoró.

“La quimioterapia ya no hacia efecto y los doctores me dijeron que tenía que realizarme el trasplante de médula ósea. Yo no tenía un familiar allí, es decir, nadie quien pueda ayudarme, mi vida se iba, a mí ya me daban por muerto”, agregó.

Fue allí que la enfermera Gabriela, movida por ese sentimiento tan especial que sentía hacia Néstor, no dudó, y fue ella quien dio un pedacito de su médula para que se realice el trasplante. “Por suerte prendió bien y me recuperé totalmente”, agregó.

“Gracias a Dios me recuperé, fue él quien puso a la enfermera ahí, si no fuera por ella yo estaría muerto”, finalizó.

Una relación que fue muy hermosa, he’i

“Después que me dieron de alta comenzamos a salir (con la enfermera), nos encariñamos mucho. Allí nació el amor, cuando cuento esta historia me dan ganas de llorar”, dijo Néstor, quien agregó que la relación duró un poco más de un año, pero por esas cosas de la vida tuvieron que terminar.

“Estuvimos un año y medio juntos. Ella quería que yo me mudé para Mar del Plata y no podía porque tengo dos hijas menores a mi cargo y no podía dejar mi trabajo. Y por eso cortamos la relación por lo sano. Yo ahora tengo mi pareja y ella a lo mejor también”, comentó. “Fue una relación muy hermosa”,dijo.

Perpetuó en su brazo el nombre de la enfermera

Néstor, por el amor (de aprecio y agradecimiento) que le tiene a la mujer que salvó su vida, hizo algo importante: ¡se tatuó el nombre de la enfermera en su brazo! “Gracias a ella estoy aquí”, dijo.

Néstor comentó que la enfermedad que lo aquejaba desapareció, pero que cada tres meses va a su control en el Hospital de Mar de Plata, por si las moscas. Allí, ve a la enfermera Gabriela.

“Cada vez que voy a mi control le llevo caja de bombones, hablamos. Después ella toma su rumbo y yo el mío. Cada vez que la veo siento como mariposas en mi estómago. Y cómo no, si me salvó la vida”, dijo.

“Vos resucitaste” le dijeron los médicos a Néstor

Néstor también comentó de una experiencia que tuvo estando en el hospital. “Me fui al más allá y volví”, dijo.

“Comencé a sentirme muy mal. Se ve que me fui. En eso veo la imagen de una mujer que me habla y me dice ‘tenemos que ir allá’ y me señala por una casa que está en una colina. ‘No voy a ir, allí me voy a caer’, le contesté. A la par escuchaba a los médicos peleando por salvarme la vida”, contó.

“Al día siguiente desperté y los médicos me dijeron: ‘vos resucitaste, vos te moriste y volviste’. Creo que Dios no quiso llevarme aún y a lo mejor tengo una misión para cumplir aquí”, finalizó.