Los problemas aparecieron cuando vino el primer hijo, el control era constante, le prohibía las salidas y pelear era cosa de todos los días por el temor a que le mire a otra.

Hola licenciada, quiero contarte la historia de mi vida. Jamás dudé de la existencia del amor hasta que me junté. Tengo señora y 2 hijos.

En mi soltería nunca me metí en drogas, bebidas ni nada, siempre fui muy correcto. Jamás le falté el respeto a una sola mujer, siempre fui educado, caballeroso y muy amigable. Tuve muchas amigas, que sí considero amigas, nos ayudábamos mutuamente, tuve una novia pero no pude acercarme a ella por sus padres. Solo vivimos encuentros a escondidas y todo fue aventura para los dos, con el paso del tiempo ya salía con mi futura pareja y opté por ella porque la amaba. Nunca jamás supe de la chica.

Cuando conocí a mi media naranja todo era perfecto, como un cuento de hadas. Ella me cautivó, nos enamoramos y nos juntamos, tuvimos nuestra casita y todo lo necesario. El problema empezó 8 años después, cuando vino nuestro primer hijo, a los 5 meses cambió mi vida por completo, ella demostraba ya que no le gustaba mi comportamiento de tener amigos, de salir por el barrio, y eso que jamás nos pusimos restricciones.

Empezó a ser celosa, cosa que ni demostraba cuando éramos novios, salíamos juntos a fiestas, cumpleaños de amigos, pero jamás demostró que era enfermiza de celos.

Nos mudamos cerca de la casa de mi suegra, hicimos para nuestra nueva casa y mi hijo ya tenía 3 años. Con el correr del tiempo, siempre teníamos discusiones porque se mostraba muy celosa, no podía salir por ahí por temor a que mire a otra chica, yo me mantenía callado, guardaba esa rabia, me la tragaba.

Jamás di un paso en falso para no tener problemas con ella, hasta evitábamos encuentros familiares. Después de que mi hijo cumpliera los 5 años y tuvimos nuestro segundo hijo, las cosas fueron peor.

En otro trabajo que estoy, ahora se me abren muchas oportunidades, pero el problema de celos me impide crecer, sigue al punto de hasta querer separarnos, pero el amor es más fuerte.

Yo la quiero como la conocí, pero ella no está dispuesta a cambiar y yo mantengo mi dolor, mi rencor en silencio, para no dejar a mis hijos y separarme.

Pasaron meses y en las redes recibí una notificación de amistad de aquella chica, mi viejo amor, hecha toda una mujer y con un hijo, se juntó y tuvo su casa, con su marido.

La acepté como amiga en las redes y empezó a escribirme, nos contamos todo de la vida, hablamos, platicamos de los encuentros que tuvimos años atrás, le conté mi problemas con mi actual pareja y ella me dijo que vivía la misma situación con su marido, quien también le cela.

Parecía que estábamos destinados a padecer por esa enfermedad que ataca a nuestras parejas y de tanto platicar, pasaron 5 meses. Ya estábamos dispuestos a dejar todo por amor y vivir una nueva vida, pero el problema son mis hijos. No quiero dejarlos, por eso te escribo, si pudieras ayudarme a pensar bien.

“El problema de celos me impide crecer, sigue al punto de hasta querer separarnos, pero el amor es más fuerte”

Firma: El sureño, 27 años

LA RESPUESTA: CRISIS POR CELOS

Se trabaja en pareja, la mejor salida posible

Tendríamos que escuchar la otra campana para que ayude a entender lo que como pareja necesitan y restablecer la estabilidad que hace tiempo perdieron.

Además de amor deben haber otros condimentos para que todo marche en forma, ninguna pareja es perfecta, pero si no se hace algo las relaciones se vuelven tóxicas y la expectativa del proyecto en común que comenzaron cada vez se aleja más de la realidad.

Es por ello que las terapias de pareja son más efectivas cuando se trabaja con los dos integrantes de la relación. Si por el momento hablando no pueden llegar a un acuerdo para mejorar la convivencia, donde además de amor deben existir otros condimentos, deben acudir a buscar esa ayuda y replantear muchas cosas.

En general, uno de los motivos más comunes de peleas entre las parejas son los celos, algunos aún debaten si sea una demostración de amor u obsesión por controlar al otro que se cree le pertenece.

Más allá de encontrar el origen (que también se trabaja desde la psicoterapia), hay mucho dolor y sufrimiento emocional detrás que se debe curar, donde los hijos son los que pagan el pato al ver que sus padres no están bien ni juntos, ni separados.

Debes evaluar lo que ganas y pierdes en toda la historia, si estás dispuesto a pagar el precio que toda determinación exige. Es un error pensar que se deja a los hijos, el vínculo que se trata de romper o recomponer es con la pareja, pero esa decisión debe tomarse de a dos, de la mejor manera posible, mucho antes de que aparezca una tercera persona.

Ahora en tu situación podrías empezar siendo honesto contigo, con tu pareja y con la otra mujer, con la que debes aclarar si es amor, o solo amas el recuerdo de los buenos momentos pasados. Acercate a consultar, nada se resuelve de forma mágica, hay todo un proceso detrás y una mochila cargada de culpas que debes soltar primero.