• Por Jorge Izquierdo

La vida le quitó muy pronto a su mamá, luego al papá, pero él se hizo fuerte ante tanta adversidad

La frase “nadie es profeta en su tierra”, por más gastada que esté, se ajusta a lo que aconteció con el ex pelotero paraguayo Carlos Lugo, quien cumplió una etapa muy exitosa en el fútbol peruano y fue campeón de la Copa Sudamericana en aquella memorable campaña del Cienciano en el 2003, donde el cuadro incaico se impuso nada menos que a River Plate, que como en casi todos sus años estuvo cargado de grandes figuras.

“Ese título cambió mi vida, fue algo increíble. Me sentí lleno de orgullo por representar bien a mi país. Fue un premio muy especial porque tuve que pasar muchas cosas para llegar a ser jugador y estoy agradecido a Dios, a la vida y a mis padres, quienes ahora me guían desde el cielo”, señaló Carlos a Crónica.

Sobre las dificultades que tuvo que pasar, comentó que “mi mamá murió cuando tenía 14 años y mi papá falleció cuando tenía 27. Fueron duros golpes. Nos ayudamos mucho con mis hermanos. Cuando jugaba en las Inferiores de Cerro Corá salía a vender diarios y también helados. Ya cuando estaba en la juvenil, me iba al Abasto para ser estibador de mandioca. Aprendí el sacrificio y por eso valoro mucho todo lo que he conseguido gracias al fútbol”.

Hoy, este “triunfador” de la vida vive tranquilo en Perú, donde es feliz. “Estoy viviendo en Chiclayo, con mi familia. Estoy bien, tengo esposa e hijos peruanos. No me puedo quejar”, sentenció el guerrero.

El soborno le hizo “correr” de Paraguay

“Traté de meterme a trabajar en las Inferiores en algún equipo de Paraguay, pero ahí solo se trabaja en medio de sobornos. Los empresarios pagan para que se les haga jugar a sus jugadores”, contó nuestro entrevistado.

Lo que no pudo en el país lo logró en Perú, donde está trabajando “en un buen proyecto con las Inferiores del Municipio. Estoy preparándome de a poco para ser un buen DT. En Paraguay me recibí de entrenador en el 2010 y acá estoy, soñando para dirigir en Primera División alguna vez, pero debo empezar desde abajo”.

Ese gol que no se borrará

Carlos marcó el tanto del triunfo de Cienciano (1-0) ante River, en la revancha de la final de la Sudamericana en el 2003. “No era de patear tiros libres, pero en ese momento el que debía patear no estaba, entonces me animé. Me tenía mucha fe. Mi tiro pasó en medio de la barrera y fue gol. El estadio estalló, fue una locura, lo grité con el alma”, he’i.

Anécdota con el “Muñeco”

En el duelo Cienciano-River, en el cuadro curepa estuvo jugando Marcelo Gallardo. Lugo cuenta lo que pasó en el control antidopaje: “Salimos sorteados Gallardo y yo. Cuando me vio me felicitó por el campeonato. Ahí le pedí cambiar nuestras camisetas y agarró y me regaló la suya, pero no agarró la mía, estaba muy pichado”, expresó el paraguayo.

El fútbol fue el que lo alejó del Mercado de Abasto he’i

Si no hubiese sido figura en el fútbol… “seguiría trabajando en el Mercado de Abasto… Eso lo tengo claro. Pero desde chico lo único que quería era jugar al fútbol y ser profesional. Ese sueño se me cumplió y jugué en varios equipos. Eso no lo imaginaba y estoy conforme y contento por eso”, remató.

Haciendo un repaso por lo que fue su carrera, Carlos contó que la primera hoja de su currículum los pone jugando en Cerro Corá. Luego pasó a Olimpia, donde jugó solo un partido en Primera. “Llegué a Perú y estuve en Juan Aurich y Cienciano. Tuve un paso por el Querétaro de México, Nacional (Paraguay), Sport Boys (Perú), Guabirá de Bolivia, 2 de Mayo (Paraguay) y Deportivo Mitre (Argentina). También jugué en Indonesia”, he’i. Su retiro se dio en la liga de Posadas, en Argentina.

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