Don Juan Benítez, relató que no es fácil levantarse e ir a trabajar en estas circunstancias. Pero sacan fuerzas de donde no tienen y tratan de ponerle buena onda al día. “Lo que queremos es que sepan que también somos de carne y hueso, nosotros también tenemos miedo y por eso nos cuidamos”, dijo.

POR TATIANA MORENO (Periodista)

Los gancheros de Cateura son de los más “golpeados” por la pandemia. Dos meses sin trabajar (durante la cuarentena estricta) fueron bastante duros. Ahora tienen que hacerlo en cuadrillas, día de por medio con el fin de cuidarse entre todos. Pero ellos siguen en la lucha, trabajando e incluso los más reacios a estos cambios adaptaron el “modo covid” de vivir.

El temor está en ellos, se les nota en los ojos, cada día de trabajo es un cúmulo de emociones. Las mismas preguntas se hacen a diario: ¿hasta cuándo vamos a seguir así?, ¿será que me voy a contagiar?, ¿será que mis hijos van a estar bien?, ¿me va alcanzar la plata? Estos son solo algunos de los cuestionamientos que revolotean en sus mentes una y otra vez. La preocupación está latente, no solo por el virus que está haciendo de las suyas, sino por el rumbo que tomarán sus vidas y la de sus retoñitos. Pero el “rayito” de esperanza y fe es lo último que se pierde.

Juan Benítez (49), presidente de la Asociación de Gancheros de Cateura, comentó en Comunicación con Crónica Digital que están tratando de “salvar” el día a día cumpliendo con todos los protocolos sanitarios.

“Nosotros a veces somos invisibles para la gente, pero para Dios no. Las oraciones nos mantienen con esperanzas», sostuvo. «Lo que queremos es que sepan (las personas) que también somos de carne y hueso, nosotros también tenemos miedo y por eso nos cuidamos, cumplimos con todos los protocolos sanitarios”, expresó.

Don Benítez relató que son 500 personas las que se benefician de este trabajo, pero que ahora están realizando la labor por cuadrilla. “Trabajamos 70 personas por día, entonces vamos día de por medio. Generalmente solo va una persona por familia al día y hace 2 o 3 sesiones para poder solventar a todos”, contó don Benítez.

Reconoció que en principio fue difícil que todos acepten el “modo covid” de vivir, pero luego todos entendieron y con mucha paciencia consiguieron que se pongan en regla. “Tenemos el alcohol en gel, tapabocas sí o sí se utiliza”, finalizó.

Con bromas hacen pasar el día

Para pasar el día los gancheros tratan de ponerle onda a la situación. Rompen el hielo con una broma, chisteando con el marcante de los muchachos o simplemente charlando a distancia. “Somos como una familia, porque todos nosotros sabemos lo que pasa el ganchero. A mi me dicen gringo por ejemplo porque mi abuelo era un alto rubio y yo soy así muy alto, entonces mi abuela me decía y se quedó. Solo que ahora por el sol ya no soy rubio (risas). Hay otro al que se le dice Pele, después negro, lorito. Y así hay muchos, bromeamos, así hacemos pasar el tiempo”, relató.

Dos meses fueron “eternos”

Los primeros tiempos era una “pesadilla” para los gancheros, contó. “Nadie se acordaba de nosotros. Tocamos varias puertas y así conseguimos víveres. Fueron dos meses que fueron eternos. Después con el avance de las fases empezamos a trabajar así en cuadrilla”, reconoció.

Por otro lado, don Benítez al incendio que ocurrió hace días en Cateura. Ellos creen que pudo ser provocado. “Puede ser alguien que ya no quiere que trabajemos, porque es la tercera vez que ocurre. Le pedimos a la gente que se ponga en nuestros zapatos. Somos gente que trabajamos dignamente. No es fácil estar trabajando de sol a sol y aguantar la mala vibra de la gente también. Queremos también un lugar digno para trabajar”, finalizó.