De ser una ciudad que buscaba crecer en el 9.º departamento a sufrir el peor momento de su historia: “Nos trataron como si fuésemos el propio covid”.

• POR PAUL FERNÁNDEZ
• paul.fernandez@gruponacion.com.py

Hasta junio del año pasado, ellos eran una ciudad que buscaba abrirse camino sobre la Ruta 1. A casi 100 kilómetros de Asunción, sus límites estaban marcados por personas llenas de ganas y esperanzas que se levantaban a trabajar con la intención de progresar, como todo paraguayo.

Pero a partir de mediados del maldito 2020, el nombre de San Roque González de Santa Cruz, ubicada en el departamento de Paraguarí, pasó a formar parte de la memoria de la gente por ser el epicentro de un difícil episodio que les tocó vivir y del que hasta ahora les cuesta recuperarse.

“Se olvidaron de nosotros. Por más de que teníamos la culpa de lo que pasaba, las personas nos trataron como si fuésemos el propio covid”, recuerda Hemeterio Rodríguez, quien desde el inicio de este milenio se gana la vida como gomero.

“Está pasando de a poco, pero ya no es igual. La verdad que nunca se vivió una situación similar. Y se nota en lo que es ahora. Ya no hay esa calidez que se veía antes, es como que sobra la distancia… Seguro que dentro de poco se va a normalizar”, he’i.

Hemeterio vive en el barrio Virgen de Fátima de la ciudad y contó que el encierro de toda la ciudad le dio un golpe bastante fuerte que poco a poco está curando. Pero las cicatrices quedarán en el recuerdo.

“Ya no es más como antes”, resumió en una frase que deja de manifiesto lo que sienten hoy día.

MISMO SENTIR

Cynthia Morínigo (24), otra pobladora de la ciudad, tiene la misma sensación recorriendo sus venas.

“Tengo que decir que en ese momento fuimos muy discriminados. Me suspendieron en el trabajo y hasta me denunciaron. Me sentí muy mal, no vamos a poder olvidar eso. Fue peor que le enfermedad”, relató.

El covid-19 les había llegado en ese momento y el miedo empezó a recorrer por todas las calles de la zona.

El encierro pasó a ser la moneda corriente. Puertas y ventanas moribundas hacían agonizar a una ciudad con ganas de vivir. Y Cynthia sabe de lo que habla, porque es algo que debió sobrellevar.

TODO CAMBIÓ

La experiencia vivida sigue doliendo a todos los pobladores, pero poco a poco se están acostumbrando a la vida después del covid. “No solo para nosotros cambió todo, también para el país. A nosotros nos tocó algo especial en un primer momento nomás”, expresó Loida, dueña de un copetín.

SIGUE LA CRISIS

Tanto el intendente como algunos pobladores, aseguraron que la pandemia les dejó fuertes secuelas también en lo económico y muchas personas se están recuperando de forma muy lenta. “Realizamos asistencia hasta ahora, vimos hambre y necesidad”, mencionó el jefe comunal.

LIBRES DE MUERTES

El director del Hospital Regional de la ciudad, Dr. Carlos Molas, dijo a Crónica que el año pasado “Roque” era la zona más afectada por el virus desde el mes de junio, pero hoy los datos cambiaron y además de estar libres de muertes por virus, son los que menos casos tienen.

“Nadie más ya se quería quedar acá”

Loida Zárate tiene un copet ín al costado de la iglesia. El trato ameno y cercano con gente de la ciudad y con aquellos visitantes “de paso” era moneda común en el día a día.

Sin embargo, de la noche a la mañana, todo eso cambió. Un día, allá por el mes de junio, el tiempo paró.

“Nadie más ya se quería quedar acá, ni los camioneros. Cuando salíamos a algún local fuera de la ciudad nos trataban ya como ‘los de Roque’ y no nos dejaban entrar”, comentó.

“Pensábamos que ese era el fin del mundo”, recuerda Cynthia

El silencio recorría la ciudad contagiándola de miedo. Cynthia veía cómo el alegre murmullo iba desapareciendo con cada “positivo” y las casas quedaban atrapadas detrás de puertas y ventanas cerradas.

“No veíamos camiones pasar, ni colectivos, ni autos, ni motos… Estábamos solos en la ciudad y eso nos desesperaba. Realmente pensábamos que ese era el fin del mundo”, relató la joven. Si bien el caótico momento ya se estaba viviendo, esta kuña guapa aseguró que desde el primer instante en el que se declaró el cierre de las puertas de la ciudad todos los pobladores respetaron la medida porque el maldito virus podía llevar a la ciudad en un colapso total.

“Teníamos miedo y cumplimos con la cuarentena. Eso fue lo único bueno, la gente se cuidaba”, relató.

Contienen el “rebrote” gracias a la experiencia que ya tienen

Una nube negra cubrió la vista de todos los pobladores cuando las voces empezaban a hablar del contagio masivo. La desesperación llegó hasta las autoridades. El intendente de la ciudad, Óscar Alfonzo, recibía todo tipo de pedidos de auxilio porque si bien se alejaban del virus, el hambre golpeaba sus puertas.

“Era desesperante para mí ver cómo la gente pasaba hambre, nadie podía salir. Por eso empecé a pedir socorro a la gente de Asunción. Ahora pasó para nosotros, es un recuerdo malo pero estamos superando”, aseguró.

Pese a que el peor momento quedó atrás, el virus nunca se despidió de la ciudad y ahora están viviendo un rebrote, pero la experiencia les ayuda a contenerlo. “Estamos trabajando desde los hospitales para eso. Nos tocó la peor experiencia, pero ayudó a la gente a tener conciencia”, aseguró Alfonzo.