Pateó 145 kilómetros de distancia acompañado por su familia que iba en un auto con la imagen de la Virgencita Azul.

El pueblo paraguayo se caracteriza por su gran devoción y fe hacia la Virgen de Caacupé. Sin importar la distancia ni los obstáculos del camino, los promeseros llegan desde distintos puntos del país hasta la “Capital Espiritual” para rendir homenaje a la santa patrona del Paraguay, la Virgencita de los Milagros de Caacupé, quien reúne a sus hijos en la Basílica cada diciembre.

Un ejemplo de que cuando la fe es grande no hay imposibles es don Juan Benítez, quien caminó ¡145 kilómetros! para cumplir su promesa a la Virgencita. “Muchos se rieron de mí. ‘Nereguahêmo’ái’, me decían, pero yo sabía que la Virgencita me estaba acompañando y que sí llegaría” contó el karai, que hizo su trayecto caminando mientras que su familia le seguía en un vehículo, con la imagen de la Virgen sobre techo del auto.

“Desde hace 4 años la Virgen me acompaña en mi peregrinar, tengo una promesa que pagar de por vida. Y es que cada vez le sumo más pedidos a la Madre de Dios, primero fue por mi salud, ya que me curó de una enfermedad grave; luego mi hijo tuvo un accidente y nadie me daba esperanzas de que sobreviviría, pero le encomendé a la Virgen y se sanó. Nadie creyó que no quedó con ninguna secuela”, contó Juan a Crónica.

“Fue muy difícil caminar desde tan lejos, nadie puede decir que uno hace eso solo por diversión, ijetu’u. Yo salí de Santa Rosa del Mbutuy el viernes a las tres de la tarde y llegamos el lunes poco antes del mediodía, con mucho esfuerzo”, dijo.