En estos tiempos “modernos” varios son los motivos de los fieles para alejarse no solo de las religiones sino también de Dios, según afirma el sacerdote Rafael Fleitas de la Congregación de Oblatos de María Inmaculada, quien con preocupación se da cuenta de cómo las iglesias no son lo que eran años atrás.

“Muchos salen enojados de la Iglesia Católica y buscan otras religiones porque solo estaban allí buscando alguna solución mágica para sus problemas”, comenzó diciendo el representante de Kirito, afirmando que “también se dan enojos con algún catequista, delegados de la capilla, hermanas religiosas o vivir malas experiencias con algunos sacerdotes”.

Entonces, cuando no escuchan lo que quieren, “buscan iglesias que se adecuan a su personalidad o a sus necesidades”, dijo Fleitas.

“La gente quiere soluciones rápidas y acuden a otras religiones que supuestamente le van a resolver sus problemas con unos aceites o amuletos mágicos. Esas son personas que no tienen una formación cristiana sólida, por eso van de iglesia en iglesia hasta encontrar un lugar en donde encajan según su personalidad”, he’i.

Finalmente, apuntó que “muchos salen renegados porque pensaron que encontrarían soluciones rápidas a sus problemas, para volverlos a acercar se debe dialogar con ellos y convencerlos a través de testimonios”.

No se compra ni se vende la fe… el diezmo “es para colaborar”

El sacerdote dijo que en todas las religiones se da el diezmo, y si bien en la católica no es obligatorio, uno de los preceptos habla de ayudar a la Iglesia en sus muchas necesidades, porque según el mandamiento la obligación de cada uno es dar según sus posibilidades.

“La Iglesia tiene sus necesidades materiales, para poder continuar con su misión. El diezmo es a voluntad y se usa para sostener la iglesia y hacer caridad, no como en ot ras rel ig iones que es obl igatorio dar el 10% de todas las ganancias”, aseguró.

Además, dijo que el cobro por los sacramentos es también una forma de ayudar a solventar los gastos de la iglesia, pero aquellas personas que no tienen para pagar simplemente se deben acercar a hablar con el sacerdote.

“El monto es una propuesta, siempre podremos discutir y modificarlo según cada situación. La fe no se compra ni se vende”, dijo el cura, asegurando que ellos se adaptan.