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Caapucú: No mueren de sed gracias a que «llueve» solidaridad

Caapucú: No mueren de sed gracias a que «llueve» solidaridad

¡Desesperante! es la situación que está viviendo en la ciudad de Caapucú, donde ante la falta de agua «volvimos a tiempos antiguos en donde se acarrea agua en baldes sobre la cabeza de los tajamares», contó doña Julia Bareiro, pobladora del barrio Centro de Caapucú.

Contó que ante el agobiante calor no se pueden dar el lujo de refrescarse con un tereré ro’ysa, ya que deben cuidar cada gota de agua que reciben de donación. «No sabemos si mañana vamos a tener para tomar. Reciclamos cada gota. Después de lavar la ropa, esa agua usamos para tirar en el baño. Muchos hasta se privan de bañarse para ahorrar» contó.

«No hay palabras para describir lo que estamos viviendo. Antes veíamos en otros países cómo la gente sufre por la falta de agua y ahora estamos viviendo en carne propia. Gracias a la solidaridad de todo el país es que no hay gente que ya se esté muriendo de sed» dijo. Aseguró que desde varios puntos del país la gente aporta su gota de agua en solidaridad con el pueblo de Caapucú.

«Hay gente de las compañías que no tienen ni recipiente para juntar el agua. Para ellos la situación es aún mas complicada. Caminan por kilómetros para traer un balde de agua con el que se tienen que manejar todo un día. Buscan tajamares que aún contengan un poco de agua para bañarse y llevar a sus animales domésticos, porque si se mueren de ellos, no tendrán con qué sostenerse durante el año. Sus chanchos y gallinas son su alcancía y su única esperanza para comer. Lastimosamente deben elegir o morir de hambre o morir de sed, si la situación sigue así», expresó.

Doña Julia contó que tiene un pozo en su casa con el cual está ayudando a sus vecinos, dándoles por lo menos agua para beber. Pero esa generosidad en algún momento se va a agotar porque también está por secarse. «Ya hay poca agua en mi pozo, no creo que aguante mucho, pero mientras haya un poco de agua no puedo negarle a nadie. El agua no hay que negársela al prójimo. Si no llueve pronto no sé que va a pasar con nosotros», contó.

«No sé porque la naturaleza se ensaña tanto con nuestro departamento, porque además de la falta de agua, también están los incendios que ya perjudicó mucho, mató a muchos animales y arrasó con cultivos. La compañía Montiel Potrero de Caapucú, fue consumida por el incendio. Nuestra única esperanza es una lluvia mansa», he’i.

 

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