El hermano de Vita, José Aranda, habló de los últimos minutos de ella con vida, después del tiroteo. Fue un testimonio muy fuerte. Por momentos, se quebraba, pero dio su relato y lamentó que todo haya estado mal esa noche, desde el control a los asistentes al festival hasta la ambulancia.

«Se dijo que hubo un control estricto, es mentira. A mi hermana, a mi señora, a ninguna otra chica no le revisaron. Cualquiera pudo meter un arma», dijo José a través de Cardinal AM. «No había control. Cuando yo entré, había dos policías para 20 mil personas antes de la entrada. Después estaban los guardias de seguridad que revisaban a los varones, pero no revisaban a las chicas», relató.

En relación a la asistencia a su hermana, dijo que todos fallaron. «Yo estuve en el momento con mi hermana, con el doctor Servián (del Olimpia, quien también asistió al evento). Tardamos muchísimo. Nadie le ayudaba a ella», dijo.

Cuando por fin pudieron llevarle hasta una ambulancia, el móvil no estaba preparado, tampoco el chofer, mencionó. «En la ambulancia no tenían insumos, el doctor decía: ‘¡Cómo no van a tener!’. A mi hermana le costaba respirar», dijo.

Después, cuando ya salieron, el chofer no sabía dónde llevarle ni por dónde salir. «El chofer de la ambulancia se perdió, no sabía dónde irse. No estaba preparado. Nosotros tuvimos que buscar en GPS dónde irnos. Nos metió en un empedrado, daba vueltas», contó y mencionó que, menos mal, estaba el doctor Servín, quien sugirió llevarle a Vita al Hospital Nacional de Itauguá.

«La ambulancia parecía un taxi. Era lo mismo que yo le alce en el auto y le lleve. Al llegar al hospital, le dije al guardia: ¡Cómo sos el chofer de una ambulancia, cómo no vas a saber nada. Tenés que saber tus salidas de escape, dónde llevar a un paciente'», recordó entre lágrimas, quebrándose, José.

«Nosotros llegamos al hospital de Itauguá más o menos en una hora», contó, tiempo valiosísimo que se perdió para buscar salvar la vida de Vita.  Además que se perdió el chofer, también atropelló una lomada que les hizo volar a todos por el techo, incluso a la herida, mencionó. «Volamos toditos, hasta mi hermana voló», dijo. También lamentó la falta de empatía de la gente, que no daba paso al escuchar la sirena de la ambulancia. «Es algo que te choca. No daban paso», reclamó.