Esta vez no fueron los perros los que se adueñaron del asadacho de la parrilla, sino loperro motochorros. A unos malevos no les importó el fuego ni lo caliente que pudiese estar la carne: con guante, agarraron la comida, la metieron en un bolso y rajaron. Así fue el raro ñemonda a un grupo de kapés de Capiatá, que preparaba un asado en el predio de una vivienda y terminaron quedándose sin el almuerzo y sin otras cosas de valor.
“Estábamos haciendo asado en el patio de delante de la casa, y estos delincuentes entraron con pistolas y nos robaron. Vaciaron nuestras billeteras, se llevaron otras pertenencias y, de paso, llevaron dos tiras de asado que estaban en plena cocción”, dijo Adolfo Martínez uno de los parrilleros que jamás imaginó que esto le podría pasar alguna vez.
“Por suerte no nos hicieron nada. Eran dos tipos y llegaron en motos”, señaló. Aunque nadie salió herido, de casi disfrutar un rico asadacho, terminaron con el Jesús en la boca.
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