Un hombre con una camiseta de la selección rapai va caminando por la calle rumbo al local de votación. En la vereda del otro lado, aparece otro más. Se miran, uno de ellos levanta el brazo en alto y hace un “al pelo” con el pulgar. El otro lo mira, se ríe y hace el mismo gesto. A dos metros de él, uno con remera roja deja salir una sonrisa mientras hace gesto de negación con la cabeza, compartido por una mujer que lleva una pañoleta colorada. Sí, así fueron a votar: con los colores diciendo Jair Bolsonaro o Lula.
“No hay voto secreto, no puede haberlo, está todo a la vista”, dijo a la AFP Debora Mattos, de 45 años, en una escuela frente a la turística playa de Copacabana, en Rio de Janeiro, luego de votar en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Brasil. “O tienes camisa verde y amarilla (para quienes están con Jair), o roja (para los adeptos de Lula)”, aseguró la mujer.
“Es una manifestación no solo partidista, es popular”, señaló Denise Alves, de 37 años, que llevaba un vestido rojo. La ley brasileña permite mostrar preferencias de voto de manera “individual y silenciosa”: se puede llevar camisetas de los candidatos, broches o adhesivos, mientras no se hagan distribuciones o se fomenten aglomeraciones.
Y en filas de centros de votación en Rio, Sao Paulo y Brasilia, miles decidieron hacer público su voto. De hecho, el propio Bolsonaro votó con una la “verdeamarela” de la selección nacional, al contrario de Lula, quien fue con un traje oscuro.
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