Su porte es imponente. Su mirada contagiosa. Con los ojos fijos hacia el mar, “Vaguito” espera por alguien a quien ya nunca más va a volver a ver. Igual, nadie puede con ese amor hacia su dueño que día a día lo hacen sentarse en la arena, esperando por él.

En su comuna, es conocido. De hecho, todos cuentan con ternura la historia que hay detrás de este firualis de inquebrantable corazón y con el paso del tiempo sembrando huellas en su semblante.

“El animal vivía con un pescador que falleció hace tiempo. Y, desde ese entonces, el perro viene todos los días hasta acá y mira al mar”. Esa fue la explicación que un conocido de la zona dio sobre la tierna realidad que se entreteje en la amistad que se formó entre las olas que golpean la costa y la mirada firme de “Vaguito”, el perro fiel del pescador fallecido.

Además, como todos saben qué hay detrás de esa espera eterna, se unieron para no dejar que nada malo le pase. Sí. Toda una comunidad, en este caso la de los pescadores apostados en las orillas peruanas de Puna Negra, se unió para darle de comer y brindarle los cuidados que tiene.

Perdió a su dueño, a ese a quien tanto amaba y al que, de corazón, le regaló una amistad para siempre. Pero, a cambio, la vida le dio un montón de amigos que lo llenan de cariño.

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