El teléfono sonó en la comisaría 20ª Central de J. Augusto Saldívar. Del otro lado del tubo informaban que algo raro pasaba en la casa de una joven. Un grupo de policías acudió al lugar.  Al llegar allí, la escena se volvió más dramática de lo que esperaban ver los agentes.

Había manchas de sangre en algunos rincones de la vivienda. Hasta que un grito obligó a todos a correr hacia el patio trasero para encontrar la sospecha más terrible: un feto de entre 30 semanas de gestación estaba enterrado. Entre los compañeros de la fuerza policial, que se encontraban allí, hubo unos minutos de shock, de suspiros y gritos.

Al parecer, hubo un aborto presuntamente adrede perpetrado por una mujer de 23 años, quien fue internada tras el hecho debido a que sufrió una grave hemorragia. La joven madre habría abortado a propósito en complicidad con su hermana porque supuestamente se había separado hace unos meses del padre de la niña, según datos recabados por los intervinientes.

El denunciante del aborto ante la Policía fue, justamente, el papá, un joven de 24 años. El caso fue avisado al fiscal Pedro Clever, quien ordenó la intervención de dos asistentes fiscales, personal de Criminalística de la Policía, y el médico forense Dr. Hugo Leguizamón.

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