La siesta se presentaba por demás calurosa. El trabajo obligaba a soportar esa sensación térmica que rondaba los 38 grados en esa primera semana de diciembre del año pasado. Además, un chaleco antibalas hacía aún más pesado el trajín. Sin embargo, fue eso lo que terminó salvando la vida de un guardia de seguridad al que muchos ya dieron por muerto. Pero el destino no pensaba igual. Sobrevivió a un brutal ataque a quemarropa y hoy puede de nuevo estar junto a su familia.

“Me dan cuatro disparos más dos que me dan en la espalda… yo tanto renegué sobre el chaleco pero aparte de Dios fue la segunda cosa que me salvó la vida. Porque si yo no lo tenía puesto me hubiera partido al medio por la clase de munición que ellos estaban usando”, fue lo que comentó José, el guardia de seguridad víctima de unos animales a NPY, luego de estar hoy mucho más recuperado.

Esa tarde de viernes un auto entró a gran velocidad al estacionamiento de la empresa que custodiaba. Sin dar tiempo a nada, comienza un verdadero infierno que terminó con heridos y un robo multimillonario.

“Me dieron oportunidad de apuntar pero no de disparar. Dieron la voz de asalto y empezaron los disparos. El primero me impacta en el brazo, el segundo un poco más abajo y cuando se acerca uno de los delincuentes me vuelve a disparar en la mano (derecha), uno de los tiros me traspasa la mano y el otro dejó la bala alojada que me la sacaron”, fue el testimonio que dio.

Por como actuaron, por lo cerca que dispararon, cualquier humano podría haber terminado sin vida. De hecho, el propio José cuenta que uno de los asaltantes le dijo al otro “dejalo, ese ya está muerto”. La cercanía de los disparos y el calibre que tenían hicieron que el chaleco sea clave. Si bien es cierto que lo destrozaron, no permitieron que las heridas sean mayores.

Sí se está recuperando aún en su brazo izquierdo, seriamente afectado por los tiros. Pero lo más importante es que hoy José puede de nuevo estar con su familia, algo que no tiene precio.

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