Prometía fortunas. Endulzaba los oídos. De su boca solo salías palabras que las señoritas querían escuchar. Lo que proponía era difícil. No cualquiera está dispuesta a sacarse todo lo que trae para dejarse ver. Pero la necesidad sumada a la ingenuidad podían más. Por eso, no fueron pocas las yiyis que cayeron en los engaños de un fulano que, desde la cárcel, extorsionaba a un montón de mujeres.
La opción era rápida: si se quería ganar millones, había que mandar una foto de cuerpo desnudo y algo provocativa para ver si era «suficiente» para entrar en una conocida plataforma en la que se paga por fotos y videos de todo tipo. Pero, resulta que todo era un engaño.
Una vez que se conseguía la foto, el hombre hacía ir a la «privada» de la cárcel a las mujeres que querían «recuperar» su privacidad. Pero en lugar de ganar eso, salían más expuestas, porque lo que pasaba ahí dentro se grababa en video y era más «material» para extorsionar.
Finalmente, una se animó a hacer la denuncia y fue a partir de allí que le siguieron el rastro al personaje que, finalmente, cayó. Ahora deberá enfrentar, desde adentro, otro proceso que puede derivar en más años de cárcel.
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