Pareciera ser la trama de una película donde se busca desprestigiar a la Iglesia Católica. Pero no lo es. Se trata ni más ni menos que de la pura realidad que tiene como protagonistas a dos curas párrocos, uno de ellos muerto, luego de participar en una fiesta de sexo y drogas, y el otro arrestado por tráfico del “purete”.
El singular caso se dio en Bélgica, con una trama bastante parecida a la que sucedió meses atrás en Polonia. Ahora, el finado es un karai británico de 69 años quien no aguantó el “ritmo” que traía la fiestita en la que estaba participando.
El cura belga, de 60 años y dueño de casa, llamó a los servicios de emergencia después de que su amigo se desmayara. Al llegar al lugar, los médicos intentaron reanimarlo sin éxito y avisaron a la policía.
“Según las primeras conclusiones de la policía, del laboratorio y del médico forense, parece que los dos hombres habían consumido juntos éxtasis y poppers y que tuvieron relaciones sexuales”, dijo la fiscalía.
Una mujer involucrada en la vida parroquial consideró en diálogo con el diario Het Laatste Nieuws que “es una historia realmente triste”. “Nuestro sacerdote es amado por todos. Pero en lo que respecta a su vida privada, nunca se filtró nada. Lamento que haya tenido que ocultar su orientación sexual toda su vida”, dijo.
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