Junto con un grupo de compañeros a los que le gusta agarrarse del manubrio mientras las piernas le dan duro a los pedales, partió de Pedro Juan Caballero con la idea de llevar a Caacupé para visitar a la Santa Patrona, a quien amaba y siempre se encomendaba. Sin embargo, el destino tenía otra idea para él: el corazón le dijo basta y falleció como consecuencia de una descompensación repentina en pleno peregrinar.
Según se supo, el finado, quien estaba rumbo a las seis décadas, comenzó a sentirse mal cuando estaban llegando a la zona de Cerro Memby, a unos 80 kilómetros, aproximadamente, del que fue su punto de partida.
El hombre se desvaneció y cayó, por lo que todos pararon para atenderlo. Al darse cuenta que no respondían pidieron auxilio y así lograron llegar hasta el centro de salud en Yby Yau, donde se constató su muerte. En un primer momento se habló de una muerte súbita pero se está a la espera de una serie de exámenes que se le practicaron para confirmar o descartar este diagnóstico.
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