• “OBLIGADA”. A pesar de su edad, a la mujer no se le concedió en ningún momento la ayuda que el Estado brinda a personas sin trabajo. Debe una plata que hoy le es imposible pagar

Con solo 16 años, la prostitución la sedujo. Una campera de las “caras” la hizo caer en la tentación del sexo por plata. Luego, fueron otras las ambiciones. Y así, se fue sumergiendo cada vez más a un pozo profundo del que supo salir, pero al que asegura la volvieron a hacer entrar de manera forzosa a sus ¡60 años!

Esta es la historia de Felicita Schirow, una mujer alemana de seis décadas que en su vida pasó por un montón de situaciones, que van desde hacer “eso” por unos billetes hasta luchas titánicas para que a la “profesión más antigua del mundo” le concedan una serie de beneficios en su país como así también a su deseo de ser madre.

“El Estado me convierte en una prostituta forzada, por así decirlo, porque la oficina de empleo no me concede ninguna ayuda”, cuenta Felicita. Sin dinero, viviendo de “prestado”, con un hijo de 9 años y una deuda que ronda los 100 mil euros por malas decisiones económicas hacen que hoy esta mujer ofrezca “una hora de placer para caballeros de clase alta” por 200 euros (un poco menos de 245 dólares), informa el periódico Berliner Kurier.

“Hubo momentos en que tenía 100.000 euros en mi cuenta. Hoy tengo deudas de la misma cantidad y no tengo ni idea de cómo me desharé de ellas. Me despierto sudorosa por la noche y tengo miedo del futuro y que mi hijo podría ser alejado de mí”, confiesa.

Hoy, con 60 años, no encuentra otro camino que volver a eso que durante décadas le dio todo. Aunque sepa que es la peor decisión que pudo haber tomado.

Entró a la política para luchar por las “suyas”

Hace unos 20 años atrás, sintió que era el momento de cambiar su vida. Así, entró al mundo de la política donde como objetivo principal se encargó de pelear por los derechos de las “mujeres de la calle”. Gracias a su cargo, consiguió el reconocimiento profesional de la prostitución, con seguro de salud y todos los recortes.

Además, logró abrir un negocio que gozó de mucha clientela. Su Café Pssst!, punto de encuentro de hombres y mujeres que querían disfrutar del tiempo juntos por dinero, era conocido en toda Europa. Ese fue su momento de esplendor, en el que los billetes llegaban en carretilla.

Un divorcio y una caída digna de montaña rusa

El mundo de Felicita empezó a caer cuando vino el momento de separarse de su pareja. “De un día para otro, estaba sin ningún ingreso y no podía pagar las cosas más elementales de la vida”, reconoció. Ella vendió su casa para evitar la venta de la ejecución hipotecaria. “Fue como sentarse en una montaña rusa cuesta abajo”, he’i. Fue la encargada de seguir adelante con su hijo de 9 años, que vino a este mundo luego que por mucho tiempo peleara por una adopción que el Estado siempre le negó.

Y es por él que asegura volvió a este “único camino” que conoce. “Mi hijo quería cepillarse los dientes y no salió agua de la canilla. Me habían cortado el suministro porque no podía pagar la factura. Mi hijo todavía es demasiado pequeño para entender lo que estoy haciendo. Pero él me ve sonreír de nuevo. Espero que cuando sea mayor entienda que lo hice para salvar su hogar”, concluye.