La periodista de C9N, Liz Yampey, encontró en un instrumento la mejor terapia posible.
“Hace un tiempo, luego de mi accidente, tenía la mano inmovilizada, había pasado días enteros en donde me sentía tan frustrada porque no podía hacer cosas básicas. En ese entonces me dije a mí misma que esa mano y esa muñeca con los huesitos rotos serían mi motivación”, así inició el posteo que hizo en redes, la periodista Liz Yampey, recordando la vez en que cayó mientras escalaba un cerro, desde una altura de 4 metros y se rompió la muñeca.
“Entonces surgió el nuevo desafío: estudiar violín. Todavía me falta mucho por aprender pero siento que con la música me elevo a los cielos”, finalizó su texto y en entrevista con Crónica, la conductora explica que hoy es una enamorada del instrumento que estudia.
– ¿Estudiás violín a partir de que te rompiste la muñeca?
– Sí. Mi fisioterapeuta me veía muy bajoneada en el tiempo en el que tenía la mano inmovilizada, me dijo que cuando me sintiera capaz podía estudiar guitarra o violín, por los ejercicios que estos demandan justamente en la zona afectada.
– Te decidiste por el violín
– Hice dos meses de fisioterapia y luego decidí estudiar violín. El profesor me ayudó mucho desde el principio. Me gusta bastante y estoy muy motivada porque veo el progreso. Con el violín está en constante movimiento y hago un gran esfuerzo para que me salgan las notas.
– ¿Y duele?
– No duele, pero sí me cuesta, ya que tengo la mano muy dura y para el violín se necesita mucha flexibilidad.
– ¿Y al final le tomaste cariño al instrumento?
– Sí, de hecho me encanta. Nunca es tarde para aprender algo nuevo (risas).
– ¿Y cómo sigue la muñeca?
– Mi muñeca todavía no está 100%, espero que algún día vuelva a la normalidad. Pero mientras, tengo que seguir insistiendo.
– ¿Una muñeca rota puede volver a quedar fuerte como antes?
– No pierdo la esperanza, pero teniendo tornillos allí es complicado. El doctor me había dicho que en un año puedo pasar por otra cirugía para retirarlos, pero no pienso pasar por otra cirugía. Me parece algo innecesario.
“No duele, pero sí me cuesta, ya que tengo la mano muy dura y para el violín se necesita mucha flexibilidad”
Liz Yampey, Periodista
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