El suboficial Pablo Vigil dijo que 24 personas ya cambiaron de opinión gracias a su intervención.

Hace casi un año, el suboficial Pablo Vigil fue trasladado hasta el Puesto Policial N.° 8 Colcat, cerca del puente Nanawa, en la unión entre Presidente Hayes y Concepción. Lo que el uniformado no sabía era que este lugar iba a regalarle fuertes experiencias que luego iban a traer paz a su corazón.

Y es que el uniformado no justamente se pasa persiguiendo ladrones en toda la zona, sino se encarga de realizar un servicio muy difícil que no todos lo podrán lograr, salvar almas. Vigil, contó a Crónica que lleva varios casos de intentos de suicidios que pudieron ser evitados gracias a su rápido actuar y las enseñanzas que le trae su caseta a la altura del puente.

“Realmente ya tuve varios casos este año. Es un trabajo difícil pero me llena el corazón cuando logro mi objetivo. Puedo decir que me ayuda a crecer como persona”, expresó a Crónica el suboficial. Pese a que hubo casos que no pudo evitar, el uniformado asegura que son cosas del destino y que se siente muy contento por los que sí pudo.

“Suelo ver a algunos por las calles y me pongo a llorar de la felicidad. Me alegra saber que pude lograr que las familias sigan completas este año”, reflexionó el agente. Vigil contó que no necesita que las personas le reconozcan el trabajo ya que con solo ver las lágrimas de arrepentimiento de los que pudo salvar, se siente más que agradecido. “Siento mucha paz cuando veo que lloran porque ya desistieron de la decisión”, señaló finalmente.

24 SALVADOS

El suboficial relató que en lo que va del año ya fueron 24 los casos de suicidios que pudo evitar. Explicó que de todos los casos el 50% se dio en los últimos 2 meses.

Servicio opa en un abrazo y lágrimas he’i

El suboficial contó que gracias a las experiencias adoptó algunas técnicas que le ayudan a cambiar de decisión a los que buscan poner fin a sus vidas.

“Cuando me avisan voy hasta el puente, me acerco hasta un punto con la patrullera, después llego caminando hasta ellos. Empiezo a hablarles de la familia, de los padres. Poco a poco me doy cuenta de los que están dudando”, explicó.

Aseguró que mediante una conversación en donde pone como centro a la familia, logra tocar las almas de las personas y llena a su objetivo.

“Me abrazan y empiezan a llorar, ahí me doy cuenta que ya todo terminó”, dijo.

Antes de caminar hacia las personas le reza al Altísimo para que le ayude

Vigil dijo que nunca pensó que el servicio policial le traería estas experiencias, pero agregó que también todas las vidas salvadas es por intervención de Dios.

“Yo soy católico. Y cuando me bajo de la patrullera para acercarme a las personas que quieren quitarse la vida, me encomiendo a Dios para que ponga en mi boca todas las palabras necesarias que le ayuden a cambiar de parecer de la vida”, explicó.

El uniformado dijo que todas las mañanas cuando se levanta pide por las personas que no pudo salvar ya que la desesperación les empujó al vacío.

“Algunos llegan y se tiran, esos casos me pesan mucho pero solo me queda rezar por ellos”, le bajó.