- GUAPA. Enviudó a los 27 años y desde entonces decidió sacar adelante a su familia con su “primer amor”
LIMPIO. Sentada bajo una árbol que apenas ya da sombra, pero bien acompañada por un rico tereré, se encuentra doña Tomasa Ferreira (56), rodeada de la planta del pindo que adorna el lugar con su bello color amarillo y verde.
“Desde que tengo memoria hago esto. Nací, me críe y malcrié entre los pindo. Esto fue como mi primer juguete, porque mis papás también fueron artesanos de esto. Gracias al pindo salí y saqué adelante a mi familia”, contaba ña Tomasa, mientras empezaba a tejer lo que luego se convertirá en un sombrero, una pantalla o hasta incluso en un bello canasto.
La doña, quien vive en el barrio Mbayue de la ciudad limpeña, contaba que muy temprano enviudó y que desde entonces se puso la mochila de mamá y papá para sacar adelante a sus cuatros hijos, quienes hoy día son personas de bien, tal como ella los calificó.
“Trabajaba noche y día para darles lo mejor a mis hijos, ellos también cuando iban creciendo me ayudaban a hacer esto”, comentaba mientras traía más pindo hacia su silla para volver a tejer, y seguir con esto que conjuga trabajo y entrenamiento.
Con un tono de orgullo, en medio de una sonrisa que dejaba la sensación del “deber cumplido”, aseguró que si bien sus chicos en un principio fueron muy participativos, “con el paso del tiempo fueron a la Facultad y se recibieron con sacrificio y lucha constante”.
40 AÑOS
Es el tiempo que calcula lleva trabajando con el pindo, que le dio en todas esas décadas la posibilidad de mantener a los suyos.
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