CLORINDA. Enviados Especiales

Estamos en Argentina pero se habla en guaraní. “¿Oiko pio la plata?” es la pregunta que se escucha a pocos metros de la pasarela fronteriza de Puerto Elsa-Clorinda, frente a una tienda de ropas devenida en base de operaciones electorales, desde donde se reparten trípticos del Frente para la Victoria, agrupación política que ganó ayer las elecciones generales en Argentina. Sin embargo, habrá segunda vuelta o ballotaje entre el oficialista Daniel Scioli y Mauricio Macri.

Hay una mesita donde una chica anota algo, un tipo tipea en la notebook y otros miran de reojo. La fila va creciendo en esta especie de “registro de votantes” del lado paraguayo. “Después tienen que venir otra vez por acá”, avisan desde el PC “peronista” de Puerto Elsa. Alguien parece seguirnos y una joven que prefirió guardar el anonimato explicó que lucran con los votos de los paraguayos que tienen doble nacionalidad, que en manada acudieron a sufragar. Esto siempre fue así, no solo ayer. Sucede en Clorinda, Formosa y en  en toda la ancha frontera entre los dos países.

“Hay plata para pagarlos, es como que ya está presupuestado eso. Al votante se le pide su cédula y cuando te retirás, vos te vas, te presentás otra vez donde te anotaste y después ellos te pagan ahí”, describió la clorindense con mucha propiedad.

“Vos por ejemplo le votás a Scioli, ellos te buscan y te llevan de vuelta a tu casa. Vos podés votar por el que vos querés, pero ellos confían en vos. Y son muchísimos paraguayos los que vienen a votar. Siempre pasa eso en las elecciones”, dice.

CREO EN VOS

A la pregunta de ¿cómo la gente que paga sabe que se votó por sus candidatos?, la respuesta de una electora argentina es clara. “Ellos no saben”. O sea, no es que “alquilan” la cédula como en Paraguay. Lo llamativo es que el “control” se basa en la “confianza” y en “la palabra”, algo que en nuestro país sería tildado de “ingenuo”.