• SACRIFICADO. Pedro es un joven de 29 años quien está dispuesto a lo que sea para poder llevar el pan de cada día a su casa

EJEMPLO. Mañana calurosa en Tobatí. Varios oleros sudan la gota gorda moviendo ladrillos de aquí para allá. Llega la hora de descanso y uno de ellos elige la poca sombra de un árbol para recostarse y recargar fuerzas para seguir con el laburo.

Es Pedro Cabrera (29), un hombre a quien todos lo conocen en el barrio San Roque de la citada ciudad, ya que logró demostrar a todos que cuando uno quiere, lo puede. En su niñez perdió uno de sus brazos. Pese a ello logró transformar esa infancia sumamente sacrificada, en un presente colmado de orgullo y hoy en día le mete esfuerzo y dedicación a lo que hace.

“Soy Pedro”, saluda y su timidez desaparece cuando habla de trabajo. A los 8 años, Pedro ya conocía el sacrificio de tener que laburar para conseguir el pan de cada día. Precisamente, a esa edad la vida le jugó una mala pasada.

“Trabajando en la cerámica perdí mi brazo, pero eso no me impidió a seguir, añeha’a hese” he’i “Pedrito”, como todos lo conocen en su zona.

El joven comentó que toda su vida trabajó como olero, pero que siempre hay épocas de “vacas flacas” y que en ese momento se las ingenia de lo que sea para seguir laburando. “Hago lo que sea, no es mucha la paga pero para trabajar estoy siempre firme”, dijo mientras se secaba el sudor que caía de su frente y que no hacía otra cosa que reflejar el empeño que le mete a lo que hace.

Diez mil por cada 4 mil ladrillos que acomoda

Pedro comentó que le duele un poco a veces cuando solo a las personas que están “completos” seleccionan para el duro trabajo de la realización de ladrillos.

“Es así, pero siempre hay trabajo en la olería, es algo que no va a terminar y agradezco a las personas que me dan trabajo”, agregó mientras se agachaba para empezar a acomodar los ladrillos que luego introducían al horno.

Pedro explicó que cobra 10 mil por cada 4 mil ladrillos que coloca. El joven vive en una humilde vivienda en la zona de las olerías y es admirado por todos sus compañeros.

“Es digno de destacar lo que hace. Un ejemplo para muchos. Es muy fuerte y valé”, dijo uno de ellos.

8 AÑOS

Era la edad que tenía Pedro Cuando una máquina de cerámica le llevó el brazo izquierdo.