• MUDO TESTIGO. Un cuidador de “albergues transitorios” cuenta todo lo que se ve en el día a día y dice que “lo que pasa aquí se queda aquí”

EN LAMBER CITY. Muchas y variadas son las historias vividas por los guardias de seguridad de los moteles, que son testigos mudos de los encuentros furtivos de las parejas que aprovechan la oportunidad de escaparse y darse algunos mimos.

Milciades Velázquez trabaja hace 11 años como guardia en un motel en la “Ciudad del Amor”, Lambaré, y contó a Crónica algunas de las anécdotas de lo que le tocó vivir en estos años. “Aquí ya vimos de todo entre tanta gente que diariamente ingresa al motel. Muchas veces vemos parejas que ingresan en vehículos último modelo, también en moto; hubo un caso en que un chofer vino con un feroz bus y estacionó en la esquina para luego entrar caminando con su yiyi. Pero lo que nunca me voy a olvidar fue cuando una pareja entraba al motel en una bici”, contó el cuidador.

“En muchísimas ocasiones vinieron las patronakuéra, porque ‘iména kañy’ y las doñas llegaban en taxis a pescar si de por ahí sus maridos estaban en alguna de las habitaciones. Muchas te ofrecen dinero para que le des alguna información, otras te dejan su número y las características del vehículo, color o número de chapa, pero obviamente no aceptamos. Los que trabajamos en este tipo de ambiente siempre cuidamos esos detalles”, siguió contando Milciades y dijo que a veces la situación ya escapa de las manos, cuando las esposas montan guardia en la calle y terminan pillando al arriero picholo.

RESERVAS

Como cada año, este día de los enamorados fue muy movido en los moteles. Algunos tuvieron promociones y algunos hasta pidieron habitaciones decoradas.

DESDE EL LUNES

Muchas parejas eligieron la opción de pasar la noche incluso en los moteles y así recibir el día de los enamorados de una manera muy especial.

CADA TANTO

En casi todos los casos de jepillá, suelen ser las mujeres quienes terminan dando con el paradero de sus parejas infieles. En ocasiones, cuando las parejas se pelean adentro, los guardias deben intentar calmar a los clientes y la parte difícil es tratar con las mujeres cuando están con los nervios de punta, según relata Velázquez.

“Entran todo tipo de personas y muchas veces gente que está pasada de copas son las que suelen crear problemas. En esos casos rápidamente avisamos a la Policía, si es que nosotros no podemos solucionar hablando. Suele ocurrir casos en que no tienen todo el dinero para pagar la cuenta y dejan empeñado algún objeto de valor hasta venir con el dinero y cancelar esa cuenta”, contó Milciades.