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HISTORIA DE UNA «CRIADITA»: «Me robaron la infancia”

HISTORIA DE UNA «CRIADITA»: «Me robaron la infancia”

Fue entregada con 7 añitos a  unas personas que prometieron cuidarla, pero fue todo lo contrario: la esclavizaron. “Mi mamá fue a buscarme y ya no me encontró”, cuenta

Con la esperanza de darle un futuro mejor a sus hijas, muchos padres, especialmente del interior del país, entregan hasta hoy a sus hijas e hijos a personas, en muchos casos casi desconocidas, bajo la promesa de que estas le darán una mejor vida.

Este fue caso de Antonia Segovia, quien a sus 7 años fue entregada por su madre a la esposa de un comisario, en el año 1972, en plena época de la dictadura de Stroessner. La doña había prometido darle a la niña una vida de reina, pero lo que hizo fue convertirla en la “criadita”, la empleada de la casa, según recuerda la protagonista de esta historia.

“La señora Lile, como se la conocía, le engañó a mi mamá, le dijo que me quedaría a vivir con ellos en Concepción donde su marido era el comisario del pueblo, pero en realidad ella ya sabía que solo unos días nos quedaríamos allí, ya que al comisario le había llegado su traslado a Villeta”, cuenta Antonia, quien es oriunda de Horqueta.

“Desde que llegamos a su casa me empezó a tratar mal, escondió mis documentos, y ya no tuve comunicación con mi familia, me hacia dormir en el suelo, me levantaba a las tres de la mañana porque para la hora que ella se levantaba tenía que estar todo limpio y el mate hecho”, recuerda.

Antonia pudo reencontrarse con su madre recién cuando tuvo 22 años, luego de pasar su infancia encerrada y escapar cuando tenía 21.

No le permitían salir ni al portón y tampoco mirar tele

“Como ella era la esposa de un comisario me decía que no me podía escapar de ahí, que enseguida unos soldados me volverían a traer y me iba a castigar el doble. No me permitía salir al portón, ni tampoco podía mirar la tele, demasiado quería ver ‘Candy’ en esa época y miraba por el agujero de la puerta, pero si me descubrían me pegaban. Mucho sufrí, un calvario fue mi infancia y adolescencia”, expresó Antonia.

“Ahora pienso en todo lo que me jugó esa señora, y ya no me duele, ya le perdoné por quitarme la infancia. A veces pienso como hubiera sido si me quedaba con mi mamá, hubiera sido mejor pasar hambre y necesidades, pero por lo menos con una muñeca de mazorca de maíz hubiera jugado y no trabajado como burra desde los 7 años”, se lamentó.

“Mi mamá pensó que yo me morí”

“Mi familia ya no volvió a saber de mí hasta los 22 años. Un familiar de la señora me ayudó a escapar cuando tenía 21 años. Llegué a Asunción y me consiguió trabajo en una casa de familia, allí me trataron bien, mi patrona me ayudó a conseguir mis documentos y pude enviar una carta a mi familia en Horqueta. La carta llegó hasta la radio Guyra Campana, en donde le dieron la noticia a mi mamá que allí había una carta par ella de su hija Antonia”, recuerda.

CANSADA

Antonia fue a la escuela hasta el 4° grado, en el turno noche, pero de tan cansada que estaba se quedaba dormida en clase y cuando le llegaba la queja sobre eso, le pegaban.

MIEDO

“Mucha gente me quería ayudar pero por miedo no podían hacer nada. En esa época un comisario era palabra mayor y nadie quería tener problemas”, recordó Antonia.

 

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